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quinta-feira, 24 de junho de 2010

Indianos o hindues en España

El palacio que no tenía cuartos de baño

Cuando viajas por el norte de España en busca del patrimonio arquitectónico, sobre todo por Cantabria (donde estuve la semana pasada) y por Asturias, hay una palabra que aparece inevitablemente en toda conversación: indianos

Los indianos fueron los emigrantes que salieron de estas tierras hacia América a partir del siglo XVI y muy en especial en el XIX con una mano delante y otra detrás (es decir, pobres como las ratas) y que volvieron millonarios. Todos se hicieron una gran mansión en su pueblo natal para demostrar a los vecinos quién había triunfado en la vida. Son las famosas casas de indianos que engalanan el paisaje del norte de España, todas con su inevitable palmera en la puerta, nostalgia tardía de un mundo lejano más cálido y sensual que éste.

Pero algunos no se conformaron con esto. Su fortuna era tal que tenían que destacar incluso por encima de los demás indianos. Y levantaron palacios, iglesias, seminarios y obras de caridad sin reparar en gastos.

En el caso del palacio de los Selgas, en El Pito (el Versalles asturiano) o de los dos conjuntos monásticos de Cóbreces, un pequeño pueblo de Cantabria, donde los hermanos Quirós construyeron una abadía cisterciense y un colegio de estudios agrícolas, y los hermanos Villegas, para no ser menos que sus vecinos, levantaron la iglesia neogótica de San Pedro Advíncula (la de la foto de abajo) y otros dos colegios para niños y niñas pobres. Por eso llamaban a Cóbreces "la Alcalá de Henares del Cantábrico".

Pero el indiano más famoso de todos, arquetipo de un nuevo rico venido del otro lado del Atlántico, fue Antonio López y López , que salió con 14 años de su pueblo natal, Comillas, empezó en Cuba como mozo de un abarrote y terminó siendo el marqués de Comillas, el hombre más rico de España, financiero de guerras y otros asuntos de Estado del rey Alfonso XII. El fue quien construyó en Comillas el gigantesco seminario que luego fue Universidad Pontificia de los jesuitas (el de la foto de arriba) y el fastuoso y anacrónico palacio de Sobrellano .

Edifiicios cargados de historias singulares, por ejemplo:

El palacio de Sobrellano de Comillas, la residencia del hombre más rico de España en 1889, no tenía...¡ni un solo cuarto de baño! (lo de la ducha diaria no se llevaba entonces).

El último marqués de Comillas lo vendió por un precio simbólico al gobierno cántabro, entre otras cosas, por el frío que se pasaba dentro: a nadie se le ocurrió poner calefacción.

La abadía de Santa María de Viaceli y el colegio de los hermanos Quirós en Cóbreces costaron ...¡dos millones de pesetas!. Una fortuna en la época. "Y ahora, por reparar el camino de acceso hemos tenido que pagar ocho millones", me confesaba el hermano Mauro, uno de los pocos frailes -todos menos uno, septuagenarios- que quedan en la abadía.

No ha entrado ningún novicio en la abadía de Santa María de Viaceli desde hace 40 años.

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