Aquarium Clock
domingo, 27 de junho de 2010
sábado, 26 de junho de 2010
quinta-feira, 24 de junho de 2010
Remises taxis agendados en Buenos Aires
Tránsito y Transporte
Instructivo
¿ En qué consiste, para qué y cuando realizarlo?
El reclamo consiste en dar cuenta de aquellas remiserías no registradas, o automóviles no habilitados, o con falta de seguridad para los pasajeros, higiene deficiente o por la antigüedad o deterioro del vehículo.
En el caso de taxis o radio taxis puede reclamarse por el cobro indebido, falta de documentación identificatoria del chofer o empresa, mal estado del vehículo, mala atención, olvido de objetos.
¿Dónde y en qué horario se realiza?
El reclamo debe realizarse en la Mesa de Entradas, Sector de Taxis y Remises de la Subsecretaría de Tránsito y Transporte, Av. Roca 5252, de lunes a viernes de 9.30 a 13.30 hs.
email: taxis_remises@buenosaires.gov.ar
¿Quién puede efectuarlo?
El trámite debe realizarlo el interesado.
¿Qué se necesita para realizarlo?
Se debe expresar el motivo del reclamo y el lugar, fecha y hora. En el reclamo deberá constar: nombre y apellido del denunciante, documento, teléfono.
En cuanto al transporte denunciado deberá identificárselo dando cuenta del número de licencia y/o dominio en caso de taxis y remises o nombre de fantasía, dirección -calle y número- en caso de agencias de remises.
Información por internet
Enlace Tipo de enlace
Consulta de remiserías y radiotaxis autorizados Consulta interactiva Consulta interactiva
Sub Portal de Planeamiento y Obras Públicas Más información Más información
¿Qué costo tiene?
El reclamo es gratuito.
¿Qué otro dato se debe tener en cuenta?
Se puede consultar on line el listado de remiserías y empresas de radiotaxi para comprobar si se encuentran habilitadas.
ORGANISMO RESPONSABLE
Subsecretaría de Tránsito y Transporte
Dirección: Carlos Pellegrini 291 Piso 9º
Horarios de atención: Lunes a viernes de 8.30 a 20 hs.
Tel.: 4323-8115
E-mail: sstyt@buenosaires.gov.ar
Fecha de última modificación: 16.04.2008
Instructivo
¿ En qué consiste, para qué y cuando realizarlo?
El reclamo consiste en dar cuenta de aquellas remiserías no registradas, o automóviles no habilitados, o con falta de seguridad para los pasajeros, higiene deficiente o por la antigüedad o deterioro del vehículo.
En el caso de taxis o radio taxis puede reclamarse por el cobro indebido, falta de documentación identificatoria del chofer o empresa, mal estado del vehículo, mala atención, olvido de objetos.
¿Dónde y en qué horario se realiza?
El reclamo debe realizarse en la Mesa de Entradas, Sector de Taxis y Remises de la Subsecretaría de Tránsito y Transporte, Av. Roca 5252, de lunes a viernes de 9.30 a 13.30 hs.
email: taxis_remises@buenosaires.gov.ar
¿Quién puede efectuarlo?
El trámite debe realizarlo el interesado.
¿Qué se necesita para realizarlo?
Se debe expresar el motivo del reclamo y el lugar, fecha y hora. En el reclamo deberá constar: nombre y apellido del denunciante, documento, teléfono.
En cuanto al transporte denunciado deberá identificárselo dando cuenta del número de licencia y/o dominio en caso de taxis y remises o nombre de fantasía, dirección -calle y número- en caso de agencias de remises.
Información por internet
Enlace Tipo de enlace
Consulta de remiserías y radiotaxis autorizados Consulta interactiva Consulta interactiva
Sub Portal de Planeamiento y Obras Públicas Más información Más información
¿Qué costo tiene?
El reclamo es gratuito.
¿Qué otro dato se debe tener en cuenta?
Se puede consultar on line el listado de remiserías y empresas de radiotaxi para comprobar si se encuentran habilitadas.
ORGANISMO RESPONSABLE
Subsecretaría de Tránsito y Transporte
Dirección: Carlos Pellegrini 291 Piso 9º
Horarios de atención: Lunes a viernes de 8.30 a 20 hs.
Tel.: 4323-8115
E-mail: sstyt@buenosaires.gov.ar
Fecha de última modificación: 16.04.2008
Pumalín Chile
El Parque Pumalín ofrece diversos lugares en donde alojarse o acampar. Aquí le brindamos también algunas sugerencias de alojamientos fuera del parque.
Le recomendamos traer en toda época:
* Botas de agua o bototos impermeables
* Linterna
* Parka a prueba de agua
Para los campistas:
* Equipo de camping resistente a la lluvia
* Un polietileno adicional para la carpa
ecto Pumalín ofrece variadas acomodaciones, como alojamiento, camping, café, centro de informaciones y senderos, es Caleta Gonzalo. Se ubica 60 kilómetros al norte de Chaitén.
El acceso a la entrada norte del parque se encuentra abierto todo el año, pero en este sector no contamos con infraestructura. Para llegar al sector norte, siga la Carretera Austral 110 kilómetros al sur de Puerto Montt hasta la localidad de Hornopirén. Puede ir en su propio vehículo o viajar en bus. Estando en Hornopirén puede hacer un viaje para conocer los fiordos y las termas de Cahuelmó. Para ello debe arrendar una lancha o una excursión organizada. Vea la sección Tours. Para Cahuelmó es necesario hacer reservas, debido a las limitaciones de espacio y fragilidad del ecosistema. Para reservar con Alsur Expediciones, haga click aquí. A contar de la temporada 2006 - 2007 esta empresa ofrece viajes diarios a las termas con salidas desde Hornopirén. También puede acceder desde Hornopirén a Caleta Gonzalo en barcaza, y desde allí hacia el sur por la Carretera Austral al sector Pumalín Oeste y Amarillo.
Si necesita que una agencia de viajes le haga los arreglos para visitar Pumalín Sur o Norte, vea la sección Tours.
COMO LLEGAR EN VERANO (Enero / Febrero)
Buses Puerto Montt - Hornopirén
Hay transporte público saliendo desde la estación de buses de Puerto Montt todos los días. Si quiere tomar el transbordador diario que sale desde Hornopirén a Caleta Gonzalo, debe tomar el bus que sale temprano por la mañana desde Puerto Montt.
Buses Jordán
Puerto Montt - Hornopirén: Lunes a Sábados 08:00, 12:30, 13:30, 15:00, 17:00 y 18:00. Domingos 15:00 y 17:30.
Hornopirén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 05:15, 05:30, 06:30, 12:40 y 13:30. Domingos 13:00 y 15:00.
Tiempo de viaje: 4 horas.
Precio: $3.500. Promoción ida y vuelta: $6.000.
Contactar: (65) 254938
Buses Kemel
Puerto Montt - Hornopirén: Lunes a Sábados 08:00, 13:30, 15:00, 17:00 y 18:00. Domingos 15:00 y 18:00.
Hornopirén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 05:00, 06:15, 07:45, 13:15. Domingos 08:00 y 14:30.
Tiempo de viaje: 4 horas.
Precio: $3.500. Promoción ida y vuelta: $6.000.
Contactar: (65) 253530
Transbordador Hornopirén - Caleta Gonzalo
Hay un transbordador todos los días durante los meses de Enero y Febrero.
Hornopirén - Caleta Gonzalo: 15:00.
Caleta Gonzalo - Hornopirén: 9:00.
Tiempo de viaje: 5 horas.
Precio: $9.500 por persona. $59.600 auto, camioneta o jeep (max 5 metros).
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt.
Si está en Chiloé...
Transbordador Quellón - Chaitén
Esta alternativa le servirá sólo en verano.
Salidas de Quellón a Chaitén los Miércoles y Domingos, y de Chaitén a Quellón los Miércoles y Sábados, todos a las 12:00 hs.
Tiempo de viaje: 5 horas.
Precios: www.navieraustral.cl/tarifas.html
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt. (65) 682207. Pedro Montt 457, Quellón.
COMO LLEGAR TODO EL AÑO
Transbordador Puerto Montt - Chaitén
Puerto Montt - Chaitén: Lunes 12:00, Martes 20:00, Jueves y Viernes 22:00. Confirmar itinerarios con la empresa.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes 24:00, Miércoles 20:00, Viernes 9:00 y Domingo 22:00. Confirmar itinerarios con la empresa.
Tiempo de viaje: 10 horas.
Reservas: Es necesario hacer reservas para vehículos.
Precios: www.navieraustral.cl/tarifas.html
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt. (65) 731272. Av. Corcovado 266, Chaitén.
Vuelos Puerto Montt - Chaitén
Empresa CieloMarAustral
Puerto Montt - Chaitén: Lunes a Sábados 9:45, desde el Aeropuerto El Tepual o el Aeródromo La Paloma.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 12:00.
Precio: $38.000 ida. $76.000 ida y vuelta.
Contactar: (65) 264010, Quillota 245 local 1, Puerto Montt, o (65) 731384, Almirante Riveros s/n, Chaitén, mail: cielomaraustral@surnet.cl.
Para charter contactar a Mireya al celular 94437740.
En verano se realizan hasta 5 vuelos diarios. Consultar con la empresa.
Empresa Aero Taxi
Puerto Montt - Chaitén: Lunes a Sábados 11:00, desde el Aeropuerto El Tepual.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes a Viernes 12:00.
Precio: $38.000 ida.
Contactar: (65) 252523, A. Varas 70, Puerto Montt o (65) 731315, Almirante Riveros 479-A, Chaitén, mail: info@aerotaxisdelsur.cl.
Patagonia Airlines
Dirección: Diego Portales 860, Puerto Montt, Hangar nº10 Aeródromo La Paloma
Contactar: (065) 731571 (Chaitén), (065) 544440 (Puerto Montt), fax: (065) 256206, mail: reservas@patagoniaairlines.cl.
Buses Chaitén - Caleta Gonzalo
Chaitén - Caleta Gonzalo: Lunes, Miércoles y Viernes 9:00.
Caleta Gonzalo - Chaitén: Lunes, Miércoles y Viernes 11:00.
Tiempo de viaje: 2 horas.
Reservas: No son necesarias.
Precio: $4000.
Contactar: BYV Tours, (65) 731390, Libertad 442, Chaitén.
Traslados en Vehículo Particular Chaitén - Caleta Gonzalo
Se puede arrendar un vehículo privado con chofer.
También puede contactar al Señor Elizardo Ibañez al 098448864 - 099349169 - 086821437, o a Sergio Millapinda al 098625065 - 098530121.
Le recomendamos traer en toda época:
* Botas de agua o bototos impermeables
* Linterna
* Parka a prueba de agua
Para los campistas:
* Equipo de camping resistente a la lluvia
* Un polietileno adicional para la carpa
ecto Pumalín ofrece variadas acomodaciones, como alojamiento, camping, café, centro de informaciones y senderos, es Caleta Gonzalo. Se ubica 60 kilómetros al norte de Chaitén.
El acceso a la entrada norte del parque se encuentra abierto todo el año, pero en este sector no contamos con infraestructura. Para llegar al sector norte, siga la Carretera Austral 110 kilómetros al sur de Puerto Montt hasta la localidad de Hornopirén. Puede ir en su propio vehículo o viajar en bus. Estando en Hornopirén puede hacer un viaje para conocer los fiordos y las termas de Cahuelmó. Para ello debe arrendar una lancha o una excursión organizada. Vea la sección Tours. Para Cahuelmó es necesario hacer reservas, debido a las limitaciones de espacio y fragilidad del ecosistema. Para reservar con Alsur Expediciones, haga click aquí. A contar de la temporada 2006 - 2007 esta empresa ofrece viajes diarios a las termas con salidas desde Hornopirén. También puede acceder desde Hornopirén a Caleta Gonzalo en barcaza, y desde allí hacia el sur por la Carretera Austral al sector Pumalín Oeste y Amarillo.
Si necesita que una agencia de viajes le haga los arreglos para visitar Pumalín Sur o Norte, vea la sección Tours.
COMO LLEGAR EN VERANO (Enero / Febrero)
Buses Puerto Montt - Hornopirén
Hay transporte público saliendo desde la estación de buses de Puerto Montt todos los días. Si quiere tomar el transbordador diario que sale desde Hornopirén a Caleta Gonzalo, debe tomar el bus que sale temprano por la mañana desde Puerto Montt.
Buses Jordán
Puerto Montt - Hornopirén: Lunes a Sábados 08:00, 12:30, 13:30, 15:00, 17:00 y 18:00. Domingos 15:00 y 17:30.
Hornopirén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 05:15, 05:30, 06:30, 12:40 y 13:30. Domingos 13:00 y 15:00.
Tiempo de viaje: 4 horas.
Precio: $3.500. Promoción ida y vuelta: $6.000.
Contactar: (65) 254938
Buses Kemel
Puerto Montt - Hornopirén: Lunes a Sábados 08:00, 13:30, 15:00, 17:00 y 18:00. Domingos 15:00 y 18:00.
Hornopirén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 05:00, 06:15, 07:45, 13:15. Domingos 08:00 y 14:30.
Tiempo de viaje: 4 horas.
Precio: $3.500. Promoción ida y vuelta: $6.000.
Contactar: (65) 253530
Transbordador Hornopirén - Caleta Gonzalo
Hay un transbordador todos los días durante los meses de Enero y Febrero.
Hornopirén - Caleta Gonzalo: 15:00.
Caleta Gonzalo - Hornopirén: 9:00.
Tiempo de viaje: 5 horas.
Precio: $9.500 por persona. $59.600 auto, camioneta o jeep (max 5 metros).
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt.
Si está en Chiloé...
Transbordador Quellón - Chaitén
Esta alternativa le servirá sólo en verano.
Salidas de Quellón a Chaitén los Miércoles y Domingos, y de Chaitén a Quellón los Miércoles y Sábados, todos a las 12:00 hs.
Tiempo de viaje: 5 horas.
Precios: www.navieraustral.cl/tarifas.html
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt. (65) 682207. Pedro Montt 457, Quellón.
COMO LLEGAR TODO EL AÑO
Transbordador Puerto Montt - Chaitén
Puerto Montt - Chaitén: Lunes 12:00, Martes 20:00, Jueves y Viernes 22:00. Confirmar itinerarios con la empresa.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes 24:00, Miércoles 20:00, Viernes 9:00 y Domingo 22:00. Confirmar itinerarios con la empresa.
Tiempo de viaje: 10 horas.
Reservas: Es necesario hacer reservas para vehículos.
Precios: www.navieraustral.cl/tarifas.html
Contactar: Naviera Austral, (65) 270400 / 270431, Av. Angelmó 2187, Puerto Montt. (65) 731272. Av. Corcovado 266, Chaitén.
Vuelos Puerto Montt - Chaitén
Empresa CieloMarAustral
Puerto Montt - Chaitén: Lunes a Sábados 9:45, desde el Aeropuerto El Tepual o el Aeródromo La Paloma.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes a Sábados 12:00.
Precio: $38.000 ida. $76.000 ida y vuelta.
Contactar: (65) 264010, Quillota 245 local 1, Puerto Montt, o (65) 731384, Almirante Riveros s/n, Chaitén, mail: cielomaraustral@surnet.cl.
Para charter contactar a Mireya al celular 94437740.
En verano se realizan hasta 5 vuelos diarios. Consultar con la empresa.
Empresa Aero Taxi
Puerto Montt - Chaitén: Lunes a Sábados 11:00, desde el Aeropuerto El Tepual.
Chaitén - Puerto Montt: Lunes a Viernes 12:00.
Precio: $38.000 ida.
Contactar: (65) 252523, A. Varas 70, Puerto Montt o (65) 731315, Almirante Riveros 479-A, Chaitén, mail: info@aerotaxisdelsur.cl.
Patagonia Airlines
Dirección: Diego Portales 860, Puerto Montt, Hangar nº10 Aeródromo La Paloma
Contactar: (065) 731571 (Chaitén), (065) 544440 (Puerto Montt), fax: (065) 256206, mail: reservas@patagoniaairlines.cl.
Buses Chaitén - Caleta Gonzalo
Chaitén - Caleta Gonzalo: Lunes, Miércoles y Viernes 9:00.
Caleta Gonzalo - Chaitén: Lunes, Miércoles y Viernes 11:00.
Tiempo de viaje: 2 horas.
Reservas: No son necesarias.
Precio: $4000.
Contactar: BYV Tours, (65) 731390, Libertad 442, Chaitén.
Traslados en Vehículo Particular Chaitén - Caleta Gonzalo
Se puede arrendar un vehículo privado con chofer.
También puede contactar al Señor Elizardo Ibañez al 098448864 - 099349169 - 086821437, o a Sergio Millapinda al 098625065 - 098530121.
Cabo de Hornos
90 nudos en el Cabo de Hornos
El colofón de un viaje en el Vía Australis es llegar al cabo de Hornos, el extremo sur del continente americano, el verdadero fin del mundo.
En realidad Hornos no es un cabo, es una isla. La última isla de la muchas que forman esta pléyade de fiordos, canales, glaciares y senos que llamamos Tierra del Fuego. Pero ese es el único equívoco. El resto, toda la leyenda que envuelve al paso más traicionero y mortífero de los siete mares, es verdad.
Hay unos 800 naufragios datados en este punto en el que se juntan el océano Pacífico y el Atlántico, y puede que sean otros tantos los que no quedaron reflejados en ningún registro. Naves que sencillamente fueron tragadas por las aguas y desaparecieron sin dejar rastro en esta latitud 55º 59' sur en la que si aún es peligroso adentrase, mucho más lo era en aquellas épocas en que se navegaba a vela con pesados cascarones de madera difíciles de gobernar con el viento en contra.
El colofón de este viaje es llegar al cabo de Hornos... y descender a la isla. Pero la buena suerte se nos acabó ayer tarde. Esta noche han soplado ráfagas de 90 nudos y cuando al alba hemos avistado al faro del fin del mundo el viento alcanzaba los 90 kilómetros por hora con ráfagas de hasta 120. Aquí, a sotavento de la isla, el temporal se nota menos; pero al otro lado de ese peñón, en mar abierto, es como si alguien hubiera abierto la caja de Pandora. Imposible echar las zodiac al agua. Ni locos si nos ocurriría intentar desembarcar allí.
Como una imagen vale más que mil palabras, os dejo este vídeo (por cierto, 90 nudos son 168 kilómetros/hora, no 200 como digo en él; se ve que el viento me alteró la única neurona).
Qué distinto este día de la otra vez que tuve la suerte de llegar al cabo de Hornos. Lo conté en este post. Aquella vez si que pude descender a la isla, estuve con los tres militares chilenos que guardaban la posición (ahora en la isla vive un solo militar con su familia, que son relevados cada año; no es un castigo: aunque parezca mentira hay cola para hacerse con el puesto). Esta vez la isla estaba más animada: vive también temporalmente un equipo de artificieros del ejercito chileno que están desactivando minas antipersona colocadas en 1978, cuando Chile y Argentina casi llegan a la guerra por los límites fronterizos de este fin del mundo.
Lo que también sigue allá arriba es el monumento con la imagen de un albatros en recuerdo de todos los navegantes muertos cuando intentaban doblar el cabo; se calcula que pueden ser más de 10.000. Lo he visto a lo lejos, entre la bruma del amanecer y me ha evocado grandes recuerdos de aquel primer viaje que hice hasta este extremo en un barco a vela. Y también está el faro del fin del mundo. La última luz del sur, el postrer resplandor de calidez ante de adentrarse en el oscuro, tétrico y peligroso paso de Drake. Al otro lado solo queda el frío, solo queda la Antártida .
“Soy el albatros que te espera en el final del mundo,
Soy el alma olvidada de los marinos muertos,
Que cruzaron el Cabo de Hornos,
Desde todos los mares de la tierra.
Pero ellos no murieron en las furiosas olas,
Hoy vuelan en mis alas,
Hacia la eternidad,
En la última grieta de los vientos antárticos”
(Poema de Sara Vial de los Heros grabado en el monumento a los marinos
fallecidos en el cabo de Hornos)
El colofón de un viaje en el Vía Australis es llegar al cabo de Hornos, el extremo sur del continente americano, el verdadero fin del mundo.
En realidad Hornos no es un cabo, es una isla. La última isla de la muchas que forman esta pléyade de fiordos, canales, glaciares y senos que llamamos Tierra del Fuego. Pero ese es el único equívoco. El resto, toda la leyenda que envuelve al paso más traicionero y mortífero de los siete mares, es verdad.
Hay unos 800 naufragios datados en este punto en el que se juntan el océano Pacífico y el Atlántico, y puede que sean otros tantos los que no quedaron reflejados en ningún registro. Naves que sencillamente fueron tragadas por las aguas y desaparecieron sin dejar rastro en esta latitud 55º 59' sur en la que si aún es peligroso adentrase, mucho más lo era en aquellas épocas en que se navegaba a vela con pesados cascarones de madera difíciles de gobernar con el viento en contra.
El colofón de este viaje es llegar al cabo de Hornos... y descender a la isla. Pero la buena suerte se nos acabó ayer tarde. Esta noche han soplado ráfagas de 90 nudos y cuando al alba hemos avistado al faro del fin del mundo el viento alcanzaba los 90 kilómetros por hora con ráfagas de hasta 120. Aquí, a sotavento de la isla, el temporal se nota menos; pero al otro lado de ese peñón, en mar abierto, es como si alguien hubiera abierto la caja de Pandora. Imposible echar las zodiac al agua. Ni locos si nos ocurriría intentar desembarcar allí.
Como una imagen vale más que mil palabras, os dejo este vídeo (por cierto, 90 nudos son 168 kilómetros/hora, no 200 como digo en él; se ve que el viento me alteró la única neurona).
Qué distinto este día de la otra vez que tuve la suerte de llegar al cabo de Hornos. Lo conté en este post. Aquella vez si que pude descender a la isla, estuve con los tres militares chilenos que guardaban la posición (ahora en la isla vive un solo militar con su familia, que son relevados cada año; no es un castigo: aunque parezca mentira hay cola para hacerse con el puesto). Esta vez la isla estaba más animada: vive también temporalmente un equipo de artificieros del ejercito chileno que están desactivando minas antipersona colocadas en 1978, cuando Chile y Argentina casi llegan a la guerra por los límites fronterizos de este fin del mundo.
Lo que también sigue allá arriba es el monumento con la imagen de un albatros en recuerdo de todos los navegantes muertos cuando intentaban doblar el cabo; se calcula que pueden ser más de 10.000. Lo he visto a lo lejos, entre la bruma del amanecer y me ha evocado grandes recuerdos de aquel primer viaje que hice hasta este extremo en un barco a vela. Y también está el faro del fin del mundo. La última luz del sur, el postrer resplandor de calidez ante de adentrarse en el oscuro, tétrico y peligroso paso de Drake. Al otro lado solo queda el frío, solo queda la Antártida .
“Soy el albatros que te espera en el final del mundo,
Soy el alma olvidada de los marinos muertos,
Que cruzaron el Cabo de Hornos,
Desde todos los mares de la tierra.
Pero ellos no murieron en las furiosas olas,
Hoy vuelan en mis alas,
Hacia la eternidad,
En la última grieta de los vientos antárticos”
(Poema de Sara Vial de los Heros grabado en el monumento a los marinos
fallecidos en el cabo de Hornos)
Pinguinos, elefantes marinos y otros animales
16 Mar 2010
paco-nadal - 16 Mar 2010 -
Pingüinos, elefantes y otros animales
Tierra del Fuego es el extremo sur del continente americano. El punto donde los Andes pierden altura y se diluyen en el océano no sin antes haber dejado un gatuperio de islas, islotes y canales, modelados por la acción de los glaciares.
Estamos en el paralelo 54º, no hay tierra en estas latitudes tan meridionales en ningún otro continente, y el clima es a veces malo y otra veces, peor. Por eso la presencia humana es mínima. Los antiguos habitantes de estas tierras -los ona, los yaganes, los alacalufes y los haush-, fueron exterminados sin piedad por el hombre blanco, (hay muchos libros sobre el tema, recomiendo Extinción indígena en la Patagonia, del chileno José Perich).
Por eso es una de las últimas zonas vírgenes del planeta, un santuario de vida animal que pese a todas las agresiones del hombre, sigue su curso.
Uno de los animales más fantásticos que hemos visto de momento es el elefante marino . Bolas de grasa de 3.000 kilos que dormitan en las playas en actitud placentera y permiten que te acerques a ellos lo suficiente como para sentir su pesada respiración (y su olor nauseabundo), aunque cuando se enfurecen o luchan entre si por aparearse con una hembra mejor no estar cerca: pueden llegar a ser temibles.
Lo que me gusta del Vía Australis, el barco en el que viajo, es que a bordo en vez de clases de cómo ponerte el pareo o cómo bailar "Los pajaritos" hay conferencias sobre glaciología, sobre Darwin y el Beagle o sobre flora y fauna patagónicas a cargo de naturalistas, de manera que cuando bajas a tierra en las zodiac para las excursiones podrías pasar con nota aquel examen sobre biología que suspendiste en el bachillerato.
Hay cientos de especies de aves. Ayer tarde navegamos con las cuatro zodiac que lleva el buque en torno a la isla Tucker, donde habitan cormoranes imperiales y de las rocas, patos quetru, caiquenes, águila de cabeza negra…. Pero lo más espectacular del islote Tucker es la colonia de unos 4000 pingüinos de Magallanes que vive en él . Estos son los pingüinos más comunes de Tierra de Fuego y pese a que han sido cazados por los pescadores para usarlos como carnada en la pesca de la centolla, no huyen cuando te acercas a ellos en la playa. Exite otra colonia muy famosa de pingüinos de Magallanes cerca de Punta Arenas que se puede visitar en coche, pero a veces hay más turistas que pingüinos.
Por eso me emocionó verlos aquí, en la soledad de una tarde gris plomiza de la Tierra del Fuego. El capitán nos permitió a mi y la fotógrafa que me acompaña quedarnos solos en la playa cuando los demás compañeros de viaje ya regresaban al barco.
Solos entre miles de pingüinos. A cientos de kilómetros del lugar habitado más cercano. En una isla horadada por kilómetros de túneles (las guaridas donde tienen a sus crías) y con un suelo almohadillado con un par de metros de espesor de turba y guano de pingüino (¡lo que me costó quitarle ese olor a las botas!). Rodeados de miles de pequeños y cómicos seres que nos miraban perplejos como preguntándose a sí mismos: ¡que bichos más raros! ¿dónde se habrán dejado el frac?
.
PD: Aquí los efectos del terremoto no se han sentido, pero si hay un sentimiento generalizado de solidaridad con el país y sus víctimas. ¡Fuerza, Chile
paco-nadal - 16 Mar 2010 -
Pingüinos, elefantes y otros animales
Tierra del Fuego es el extremo sur del continente americano. El punto donde los Andes pierden altura y se diluyen en el océano no sin antes haber dejado un gatuperio de islas, islotes y canales, modelados por la acción de los glaciares.
Estamos en el paralelo 54º, no hay tierra en estas latitudes tan meridionales en ningún otro continente, y el clima es a veces malo y otra veces, peor. Por eso la presencia humana es mínima. Los antiguos habitantes de estas tierras -los ona, los yaganes, los alacalufes y los haush-, fueron exterminados sin piedad por el hombre blanco, (hay muchos libros sobre el tema, recomiendo Extinción indígena en la Patagonia, del chileno José Perich).
Por eso es una de las últimas zonas vírgenes del planeta, un santuario de vida animal que pese a todas las agresiones del hombre, sigue su curso.
Uno de los animales más fantásticos que hemos visto de momento es el elefante marino . Bolas de grasa de 3.000 kilos que dormitan en las playas en actitud placentera y permiten que te acerques a ellos lo suficiente como para sentir su pesada respiración (y su olor nauseabundo), aunque cuando se enfurecen o luchan entre si por aparearse con una hembra mejor no estar cerca: pueden llegar a ser temibles.
Lo que me gusta del Vía Australis, el barco en el que viajo, es que a bordo en vez de clases de cómo ponerte el pareo o cómo bailar "Los pajaritos" hay conferencias sobre glaciología, sobre Darwin y el Beagle o sobre flora y fauna patagónicas a cargo de naturalistas, de manera que cuando bajas a tierra en las zodiac para las excursiones podrías pasar con nota aquel examen sobre biología que suspendiste en el bachillerato.
Hay cientos de especies de aves. Ayer tarde navegamos con las cuatro zodiac que lleva el buque en torno a la isla Tucker, donde habitan cormoranes imperiales y de las rocas, patos quetru, caiquenes, águila de cabeza negra…. Pero lo más espectacular del islote Tucker es la colonia de unos 4000 pingüinos de Magallanes que vive en él . Estos son los pingüinos más comunes de Tierra de Fuego y pese a que han sido cazados por los pescadores para usarlos como carnada en la pesca de la centolla, no huyen cuando te acercas a ellos en la playa. Exite otra colonia muy famosa de pingüinos de Magallanes cerca de Punta Arenas que se puede visitar en coche, pero a veces hay más turistas que pingüinos.
Por eso me emocionó verlos aquí, en la soledad de una tarde gris plomiza de la Tierra del Fuego. El capitán nos permitió a mi y la fotógrafa que me acompaña quedarnos solos en la playa cuando los demás compañeros de viaje ya regresaban al barco.
Solos entre miles de pingüinos. A cientos de kilómetros del lugar habitado más cercano. En una isla horadada por kilómetros de túneles (las guaridas donde tienen a sus crías) y con un suelo almohadillado con un par de metros de espesor de turba y guano de pingüino (¡lo que me costó quitarle ese olor a las botas!). Rodeados de miles de pequeños y cómicos seres que nos miraban perplejos como preguntándose a sí mismos: ¡que bichos más raros! ¿dónde se habrán dejado el frac?
.
PD: Aquí los efectos del terremoto no se han sentido, pero si hay un sentimiento generalizado de solidaridad con el país y sus víctimas. ¡Fuerza, Chile
El reparador de candados, Ítalo-Etíope
El reparador de candados de Addis Abeba
Addis Abeba, la capital de Etiopía, es una ciudad enorme, caótica y vibrante. Como todas las metrópolis africanas compendia las cualidades y las miserias del continente. La pobreza más extrema y el lujo casi occidental, las grandes avenidas presidenciales y el caos urbano de los barrios de chapa metálica, basura y barro.
Las calles del centro, como ocurre también en todas las grandes ciudades africanas, son un gigantesco mercado al aire libre sin principio ni fin. Aquí le llaman el Mercato, así en italiano, recuerdo de aquella vergonzosa invasión italiana, cuando Mussolini quiso crearse un imperio en Abisinia .
Dicen que es el segundo mercado más grande de África, pero esto lo he oído en todas las ciudades africanas que he vistado. Nadie me dice cuál es el primero.
Pero lo que llama la atención del Mercato de Addis no es lo que se vende, sino lo que se recicla. Cuando vienes de una sociedad consumista en extremo donde todo se usa y se tira, donde nada se repara, donde un teléfono celular nuevo vale menos que la reparación del viejo y un coche se deshecha con tres años de antigüedad, encontrarte a un reparador de candados te provoca sentimientos encontrados entre la candidez y la vergüenza propia por todo lo que desperdiciamos en este llamado primer mundo.
Y ahí estaba, Corgi Kefene, 58 años, reparador de cerraduras y candados en el Mercato de Addis Abeba. Con su chaqueta roja y un paño amarillo en el suelo por todo mostrador de trabajo. Y una paciencia infinita para abrir, cuidar, mimar, engrasar y devolver a la vida humildes y baratos candados metálicos. Listos para otros muchos años de uso
“¿Ve este candado?”, me decía mientras le filmaba, “lo hicieron los blancos europeos, sí. Los blancos lo hacen, pero yo me encargo de mantenerlo. Aquí no tiramos nada. Si una cerradura como esta se rompe, me la traen, yo la opero, así, ¿ve?. Y ahora la coso y ya está. Otra vez en funcionamiento. ¡En África no sobra nada!”
Se equivocaba. En África solo sobra una cosa: el tiempo. Y cada cultura desperdicia lo que le sobra. En Europa nos sobra (de momento), dinero y recursos energéticos y todo lo arreglamos desperdiciándolos. En África todo se arregla con la misma herramienta: el tiempo. Es lo único que tienen en abundancia.
PD: también había recicladores de hornos chinos (de cada tres inservibles obtenían uno bueno), zapateros de sandalias hechas a partir de neumáticos viejos, fabricantes de fregonas y escobas con restos de ropa desechada… Un ejemplo de sostenibilidad.
Addis Abeba, la capital de Etiopía, es una ciudad enorme, caótica y vibrante. Como todas las metrópolis africanas compendia las cualidades y las miserias del continente. La pobreza más extrema y el lujo casi occidental, las grandes avenidas presidenciales y el caos urbano de los barrios de chapa metálica, basura y barro.
Las calles del centro, como ocurre también en todas las grandes ciudades africanas, son un gigantesco mercado al aire libre sin principio ni fin. Aquí le llaman el Mercato, así en italiano, recuerdo de aquella vergonzosa invasión italiana, cuando Mussolini quiso crearse un imperio en Abisinia .
Dicen que es el segundo mercado más grande de África, pero esto lo he oído en todas las ciudades africanas que he vistado. Nadie me dice cuál es el primero.
Pero lo que llama la atención del Mercato de Addis no es lo que se vende, sino lo que se recicla. Cuando vienes de una sociedad consumista en extremo donde todo se usa y se tira, donde nada se repara, donde un teléfono celular nuevo vale menos que la reparación del viejo y un coche se deshecha con tres años de antigüedad, encontrarte a un reparador de candados te provoca sentimientos encontrados entre la candidez y la vergüenza propia por todo lo que desperdiciamos en este llamado primer mundo.
Y ahí estaba, Corgi Kefene, 58 años, reparador de cerraduras y candados en el Mercato de Addis Abeba. Con su chaqueta roja y un paño amarillo en el suelo por todo mostrador de trabajo. Y una paciencia infinita para abrir, cuidar, mimar, engrasar y devolver a la vida humildes y baratos candados metálicos. Listos para otros muchos años de uso
“¿Ve este candado?”, me decía mientras le filmaba, “lo hicieron los blancos europeos, sí. Los blancos lo hacen, pero yo me encargo de mantenerlo. Aquí no tiramos nada. Si una cerradura como esta se rompe, me la traen, yo la opero, así, ¿ve?. Y ahora la coso y ya está. Otra vez en funcionamiento. ¡En África no sobra nada!”
Se equivocaba. En África solo sobra una cosa: el tiempo. Y cada cultura desperdicia lo que le sobra. En Europa nos sobra (de momento), dinero y recursos energéticos y todo lo arreglamos desperdiciándolos. En África todo se arregla con la misma herramienta: el tiempo. Es lo único que tienen en abundancia.
PD: también había recicladores de hornos chinos (de cada tres inservibles obtenían uno bueno), zapateros de sandalias hechas a partir de neumáticos viejos, fabricantes de fregonas y escobas con restos de ropa desechada… Un ejemplo de sostenibilidad.
Indianos o hindues en España
El palacio que no tenía cuartos de baño
Cuando viajas por el norte de España en busca del patrimonio arquitectónico, sobre todo por Cantabria (donde estuve la semana pasada) y por Asturias, hay una palabra que aparece inevitablemente en toda conversación: indianos
Los indianos fueron los emigrantes que salieron de estas tierras hacia América a partir del siglo XVI y muy en especial en el XIX con una mano delante y otra detrás (es decir, pobres como las ratas) y que volvieron millonarios. Todos se hicieron una gran mansión en su pueblo natal para demostrar a los vecinos quién había triunfado en la vida. Son las famosas casas de indianos que engalanan el paisaje del norte de España, todas con su inevitable palmera en la puerta, nostalgia tardía de un mundo lejano más cálido y sensual que éste.
Pero algunos no se conformaron con esto. Su fortuna era tal que tenían que destacar incluso por encima de los demás indianos. Y levantaron palacios, iglesias, seminarios y obras de caridad sin reparar en gastos.
En el caso del palacio de los Selgas, en El Pito (el Versalles asturiano) o de los dos conjuntos monásticos de Cóbreces, un pequeño pueblo de Cantabria, donde los hermanos Quirós construyeron una abadía cisterciense y un colegio de estudios agrícolas, y los hermanos Villegas, para no ser menos que sus vecinos, levantaron la iglesia neogótica de San Pedro Advíncula (la de la foto de abajo) y otros dos colegios para niños y niñas pobres. Por eso llamaban a Cóbreces "la Alcalá de Henares del Cantábrico".
Pero el indiano más famoso de todos, arquetipo de un nuevo rico venido del otro lado del Atlántico, fue Antonio López y López , que salió con 14 años de su pueblo natal, Comillas, empezó en Cuba como mozo de un abarrote y terminó siendo el marqués de Comillas, el hombre más rico de España, financiero de guerras y otros asuntos de Estado del rey Alfonso XII. El fue quien construyó en Comillas el gigantesco seminario que luego fue Universidad Pontificia de los jesuitas (el de la foto de arriba) y el fastuoso y anacrónico palacio de Sobrellano .
Edifiicios cargados de historias singulares, por ejemplo:
El palacio de Sobrellano de Comillas, la residencia del hombre más rico de España en 1889, no tenía...¡ni un solo cuarto de baño! (lo de la ducha diaria no se llevaba entonces).
El último marqués de Comillas lo vendió por un precio simbólico al gobierno cántabro, entre otras cosas, por el frío que se pasaba dentro: a nadie se le ocurrió poner calefacción.
La abadía de Santa María de Viaceli y el colegio de los hermanos Quirós en Cóbreces costaron ...¡dos millones de pesetas!. Una fortuna en la época. "Y ahora, por reparar el camino de acceso hemos tenido que pagar ocho millones", me confesaba el hermano Mauro, uno de los pocos frailes -todos menos uno, septuagenarios- que quedan en la abadía.
No ha entrado ningún novicio en la abadía de Santa María de Viaceli desde hace 40 años.
Cuando viajas por el norte de España en busca del patrimonio arquitectónico, sobre todo por Cantabria (donde estuve la semana pasada) y por Asturias, hay una palabra que aparece inevitablemente en toda conversación: indianos
Los indianos fueron los emigrantes que salieron de estas tierras hacia América a partir del siglo XVI y muy en especial en el XIX con una mano delante y otra detrás (es decir, pobres como las ratas) y que volvieron millonarios. Todos se hicieron una gran mansión en su pueblo natal para demostrar a los vecinos quién había triunfado en la vida. Son las famosas casas de indianos que engalanan el paisaje del norte de España, todas con su inevitable palmera en la puerta, nostalgia tardía de un mundo lejano más cálido y sensual que éste.
Pero algunos no se conformaron con esto. Su fortuna era tal que tenían que destacar incluso por encima de los demás indianos. Y levantaron palacios, iglesias, seminarios y obras de caridad sin reparar en gastos.
En el caso del palacio de los Selgas, en El Pito (el Versalles asturiano) o de los dos conjuntos monásticos de Cóbreces, un pequeño pueblo de Cantabria, donde los hermanos Quirós construyeron una abadía cisterciense y un colegio de estudios agrícolas, y los hermanos Villegas, para no ser menos que sus vecinos, levantaron la iglesia neogótica de San Pedro Advíncula (la de la foto de abajo) y otros dos colegios para niños y niñas pobres. Por eso llamaban a Cóbreces "la Alcalá de Henares del Cantábrico".
Pero el indiano más famoso de todos, arquetipo de un nuevo rico venido del otro lado del Atlántico, fue Antonio López y López , que salió con 14 años de su pueblo natal, Comillas, empezó en Cuba como mozo de un abarrote y terminó siendo el marqués de Comillas, el hombre más rico de España, financiero de guerras y otros asuntos de Estado del rey Alfonso XII. El fue quien construyó en Comillas el gigantesco seminario que luego fue Universidad Pontificia de los jesuitas (el de la foto de arriba) y el fastuoso y anacrónico palacio de Sobrellano .
Edifiicios cargados de historias singulares, por ejemplo:
El palacio de Sobrellano de Comillas, la residencia del hombre más rico de España en 1889, no tenía...¡ni un solo cuarto de baño! (lo de la ducha diaria no se llevaba entonces).
El último marqués de Comillas lo vendió por un precio simbólico al gobierno cántabro, entre otras cosas, por el frío que se pasaba dentro: a nadie se le ocurrió poner calefacción.
La abadía de Santa María de Viaceli y el colegio de los hermanos Quirós en Cóbreces costaron ...¡dos millones de pesetas!. Una fortuna en la época. "Y ahora, por reparar el camino de acceso hemos tenido que pagar ocho millones", me confesaba el hermano Mauro, uno de los pocos frailes -todos menos uno, septuagenarios- que quedan en la abadía.
No ha entrado ningún novicio en la abadía de Santa María de Viaceli desde hace 40 años.
quarta-feira, 23 de junho de 2010
domingo, 20 de junho de 2010
Para ver os videos sem interrupção
Aconselho fazer a descarga de um programa para descer os videos desde Youtube, no www.baixaki.com.br, entre eles há um muito bom:Ashampoo, gratuito e solicita cadastramento.
Boa sorte!
Boa sorte!
sexta-feira, 18 de junho de 2010
quinta-feira, 17 de junho de 2010
"I've Been Working on the Railroad"
"I've Been Working on the Railroad" is an American folk song.
The first published version appeared as "Levee Song"
in Carmina Princetonia, a book of Princeton University songs published in 1894.
(SOLO) I once did know a girl named Grace--
(QUARTET) I'm wukkin' on de levee;
(SOLO) She done brung me to dis sad disgrace
(QUARTET) O' wukkin' on de levee.
I been wukkin' on de railroad
All de livelong day,
I been wukkin' on de railroad
Ter pass de time away.
Doan' yuh hyah de whistle blowin'?
Ris up, so uhly in de mawn;
Doan' yuh hyah de cap'n shouin',
"Dinah, blow yo' hawn?"
Sing a song o' the city;
Roll dat cotton bale;
Niggah aint half so happy
As when he's out o' jail
Norfolk foh its oystahshells,
Boston foh its beans,
Chahleston foh its rice an' cawn,
But foh niggahs New Awleens.
The modern version of the song is
I've been working on the railroad
All the live-long day.
I've been working on the railroad
Just to pass the time away.
Don't you hear the whistle blowing,
Rise up so early in the morn;
Don't you hear the captain shouting,
"Dinah, blow your horn!"
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow your horn?
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow your horn?
Someone's in the kitchen with Dinah
Someone's in the kitchen I know
Someone's in the kitchen with Dinah
Strummin' on the old banjo!
Singin' fi, fie, fiddly-i-o
Fi, fie, fiddly-i-o-o-o-o
Fi, fie, fiddly-i-o
Strummin' on the old banjo.
Someone's makin' love to Dinah
Someone's making love I know.
Someone's making love to Dinah
'Cause I can't hear the old banjo
The first published version appeared as "Levee Song"
in Carmina Princetonia, a book of Princeton University songs published in 1894.
(SOLO) I once did know a girl named Grace--
(QUARTET) I'm wukkin' on de levee;
(SOLO) She done brung me to dis sad disgrace
(QUARTET) O' wukkin' on de levee.
I been wukkin' on de railroad
All de livelong day,
I been wukkin' on de railroad
Ter pass de time away.
Doan' yuh hyah de whistle blowin'?
Ris up, so uhly in de mawn;
Doan' yuh hyah de cap'n shouin',
"Dinah, blow yo' hawn?"
Sing a song o' the city;
Roll dat cotton bale;
Niggah aint half so happy
As when he's out o' jail
Norfolk foh its oystahshells,
Boston foh its beans,
Chahleston foh its rice an' cawn,
But foh niggahs New Awleens.
The modern version of the song is
I've been working on the railroad
All the live-long day.
I've been working on the railroad
Just to pass the time away.
Don't you hear the whistle blowing,
Rise up so early in the morn;
Don't you hear the captain shouting,
"Dinah, blow your horn!"
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow your horn?
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow,
Dinah, won't you blow your horn?
Someone's in the kitchen with Dinah
Someone's in the kitchen I know
Someone's in the kitchen with Dinah
Strummin' on the old banjo!
Singin' fi, fie, fiddly-i-o
Fi, fie, fiddly-i-o-o-o-o
Fi, fie, fiddly-i-o
Strummin' on the old banjo.
Someone's makin' love to Dinah
Someone's making love I know.
Someone's making love to Dinah
'Cause I can't hear the old banjo
quarta-feira, 16 de junho de 2010
segunda-feira, 14 de junho de 2010
Voseo Pronominal
Voseo pronominal
El voseo pronominal es el uso del pronombre "vos" como sujeto ("vos comés"), vocativo ("¡Vos, ayudame!"), como complemento con preposición ("Te vi a vos"), y como término comparativo ("Es alto como vos"). En los casos de complementos sin preposición y los pronombres átonos se utiliza "te" y "tu" ("Te está mirando a vos", "¿Viste como quedó tu auto?"), y en el caso del posesivo, se utiliza "tuyo" ("Vos dijiste que era tuyo.")
Voseo verbal
Se llama voseo verbal a la variación en las desinencias verbales de la segunda persona del plural para referirse a la segunda persona del singular. Existen distintos cambios en la desinencia verbal según razones geográficas y culturales.
Variantes
Panfleto uruguayo donde se aprecia el voseo de tipo dialectal rioplatense.
En el dialecto rioplatense, el español paraguayo y en los países de Centro América (El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaraguay Costa Rica) la conjugación de voseo normalmente difiere de la tuteante tan soló en presente del modo indicativo y en el imperativo: "tú cantas/vos cantás", "canta tú/cantá vos", "tú eres/vos sos", "tú mueves/vos movés".
En el vernacular rioplatense el voseo verbal también se extiende al pretérito indefinido y al presente de subjuntivo ("quiero que vos cantés", "dijistes que era tarde"), pero no son bien vistas en el registro culto y se prefieren las formas del tuteo: "que vos cantes", "dijiste que era tarde".
El sur de México (Chiapas, Tabasco), y el centro y occidente de Colombia se usa el voseo verbal para el presente de indicativo, el imperativo y también para el presente del modo subjuntivo.
En cambio, en el español chileno el voseo se utiliza para el presente, pretérito imperfecto y condicional del modo indicativo y para el presente y pretérito imperfecto del modo subjuntivo. Prácticamente ha desaparecido la forma en futuro simple, por su reemplazo por la paráfrasis formada por ir en presente y un verbo en infinitivo, excepto en algunos lugares como el español chilote, donde por lo demás tradicionalmente sólo se usa el tuteo en los otros tiempos.
La razón es que la conjugación proviene del voseo reverencial y en sus orígenes era totalmente independiente de "tú". La segunda persona del singular podía entonces tomar dos formas: la de trato normal («tú») y la reverencial («vos»).
Hoy también existe ustedeo, que viene del trato reverencial «vuestra merced». El plural se tomó tanto de «vos», como de «usted», y hoy se usa en España «vosotros», mientras en el resto del mundo de habla castellana se utiliza «ustedes».
Así, «vos sos» proviene de «vos sois», «vos movés» de «vos movéis»" y «pensá vos» de «pensad vos». Esta coincidencia no existe en países como Chile, donde se dice "vos/tú soi/erís", "vos/tú movís" y "piensa vos/tú", es decir, en lugar de eliminar la "i", eliminan la "s".
El voseo usado en el estado Zulia, Venezuela sí concuerda con la conjugación del vos reverencial; en Zulia sí se dice «vos sois», «vos movéis».
Verbo T. d. u.1 Tuteo Voseo típico2 Voseo (Chile) Voseo (Zulia, Venezuela)3 Voseo (Guajira y César, Colombia)
hablar habla hablas hablás hablái habláis hablái
comer come comes comés comís coméis coméi
poder puede puedes podés podís podéis podéi
vivir vive vives vivís vivís vivís viví
venir viene vienes venís venís venís vení
ser es eres sos soi / erís sois soi
errar yerra yerras errás errái erráis errái
hacer hace haces hacés hacís hacéis hacéi
ir va vas vas vai vais vai
1 Trato de usted
2 Voseo típico como se usa en América Central, Argentina, Paraguay, Uruguay, y partes de Colombia (occidente y centro), Bolivia, y México.
3 La forma de conjugar en Zulia es la del voseo reverencial. Este es el uso que se le daba anteriormente en el Ecuador, aunque hoy se utiliza la conjugación del tuteo.
Nota: el término "tuteo" habitualmente significa tratar de «tú» o de «vos», en contraposición a «usted». Cuando se usa «tuteo» como antónimo de «voseo» suele ser necesario aclararlo. El voseo pronominal no se presenta en el sur de la Guajira y el norte del Cesar colombianos, solo el verbal, «tú» acompaña las conjugaciones.
Uso del voseo en un cartel publicitario en Chile, donde se usa el español chileno.
En general, el voseo en Argentina, Uruguay, Paraguay, el centro y occidente de Colombia y Centroamérica elimina la letra i de la conjugación verbal de segunda persona original, el voseo en Chile enfatiza la "i" y elimina la letra "s" final y la "e", y el de Zulia es fiel a la forma original. El caso de Chile es consistente con el hecho de que los chilenos tienden a eliminar todas las eses finales en el lenguaje coloquial y reemplazarlas por la aspiración de la última vocal. En ese sentido, en Chile no se escucha «vos sois» o «vos moveís», sino «voh/tú soih/eríh» o «voh/tú movíh».
En dialecto rioplatense, en el español paraguayo y más recientemente en Centroamérica, el voseo volvió en las últimas décadas de uso habitual en la lengua escrita. Más aún el «tú» está prácticamente ausente del idioma hablado y escrito de esos países. La Real Academia Española incluye en su diccionario en línea exclusivamente las conjugaciones de voseo consideradas prestigiosas en Argentina, Paraguay o Uruguay. Estas conjugaciones son las utilizadas en las ciudades de Buenos Aires, Asunción y Montevideo por las capas bajas, medias y altas de la sociedad y excluyen -en general- al modo subjuntivo. De cualquier manera, solo en la clase alta de Montevideo, el empleo del tuteo se considera pedantería y es amonestado socialmente, como está registrado en diversas fuentes lingüísticas, incluyendo el Diccionario Panhispánico de Dudas (p. 674). En Costa Rica, donde el trato de "usted" ha sido predominante, el voseo ha tomado especial fuerza desde mediados de la década de 1970 y comienzos de la de 1980.
Uso del voseo en El Salvador.
En Ecuador, a partir de la segunda mitad del siglo XX, y con mayor intensidad a partir de la década de 1970 (posiblemente por influencia de la televisión mexicana -convendrían estudios al respecto-), el voseo fue perdiéndose por considerarse vulgar; a diferencia de lo ocurrido en el Cono Sur, donde su prestigio ha trascendido fronteras, llegando incluso a ser considerado patrimonio de dichas latitudes, en Ecuador habiendo comenzado (fiel a las raíces fundamentalmente hispánicas del país) con un uso generalizado entre los criollos, coincidiendo en su conjugación con la del «vosotros» español («vos estáis»), paulatinamente ha ido perdiéndose para dar paso a la misma conjugación que la usada con «tú» («vos estás»), y quedan pocos vestigios de ella («vení acá», «sentate»), pero que van desapareciendo junto con el voseo en general (entre otros fenómenos gramáticos locales) por considerarlo erróneamente propio de clases bajas. La correspondencia verbal en Uruguay se alterna con la del tú: tú tenés, vos tenés; tú sos, vos sos. Algo similar a lo que ocurre en Argentina con la correspondencia del presente subjuntivos: vos sepas, vos sepás; vos puedas, vos podás.
En España, el voseo resistió y resiste en algunas zonas aisladas. Por ejemplo, en Andalucía aún se empleaba en el siglo XIX, según surge de documentos literarios, por ejemplo, las novelas de Fernán Caballero. Se diferencia del voseo americano en que se registra para la confianza intermedia. Es decir, el tuteo es en dirección hacia abajo (hijos o criados) o igualitario, en la suma intimidad (entre hermanos o cónyuges), en tanto que el voseo se emplea para una distancia intermedia, en dirección de abajo hacia arriba (hijos a padres, por ejemplo), o en forma simétrica, cuando no existe suma confianza (por ejemplo, entre vecinos). Persiste todavia mezclado con el uso del tú en la zona oriental de la provincia de Lugo, probablemente por influencia del arcaizante idioma gallego, que también ha reemplazado en su forma más habitual el pronombre «vos» por «ti» (que es el equivalente del «tú» castellano) En América, el voseo ha persistido en gran parte de su territorio con distinta suerte. Se instala en la norma culta, en el Río de la Plata, pero es rural o subestándar en muchos países. En otros, como en Venezuela, se trata de una norma regional (es decir, que, en determinadas zonas, hay un orgullo localista por su empleo).[3]
Actualmente, el voseo se distribuye en distinas partes del mundo hispano, pero predomina en América Central, con excepción de Panamá, donde es parcial; y en Sudamérica, en Argentina, Uruguay y Paraguay. Convive con el "tú" en el centro de Chile, en los departamentos de Valle del Cauca, Cauca, Antioquia, Caldas, Risaralda, Nariño y Quindío de Colombia, occidente de Venezuela, sur de México (específicamente en el estado de Chiapas), en los departamentos orientales de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija en Bolivia, sierra norte y centro de Ecuador y centro de Panamá. En España, Guinea Ecuatorial, República Dominicana, Puerto Rico y Perú, el uso de vos ha desaparecido por completo en el habla. En Cuba está en vías de desaparición su uso, sólo se percibe en la zona oriental.
Cabe señalar que en el interior de Colombia, la competencia no es realmente entre «vos» y «tú», sino entre «vos» y «usted» (véase ustedeo). Se estima que el número de personas que usan vos en lugar o además de tú es de un 30% del total de hispanohablantes.
Países con predominancia del voseo [editar]
En azul oscuro y azul claro los países con predominancia del voseo. En verde, los países donde la práctica se restringe a algunas zonas y en celeste, aquellos países donde su presencia es proporcionalmente pequeña. En rojo, la República Dominicana, España, Guinea Ecuatorial y Puerto Rico, donde el voseo no se usa nunca.
En América del Sur
1. Argentina* (voseo pronominal y verbal, el pronombre tú es inexistente)
2. Paraguay* (voseo pronominal y verbal, el pronombre tú es inexistente)
3. Uruguay* (voseo pronominal y verbal, aunque también, en modo minoritario, se usa el pronombre tú junto con voseo verbal, e incluso se usa el tú con la conjugación estándar, especialmente en el Este del país, como en San Carlos o Rocha(donde es de uso exclusivo)
América Central es de por sí una región totalmente voseante. Sin embargo, es común encontrar el tuteo en algunos contextos no espontáneos, generalmente en los medios de comunicación. En el pasado existía mucha estigmatización hacia este fenómeno. Hoy en día, entre más educación tiene una persona, mayor uso del voseo hace en situaciones en las que se usaría el tuteo (por ejemplo cuando se habla con extranjeros). También es común que las personas mayores piensen que es mejor usar el tuteo (aunque en la práctican no lo hagan).
1. Guatemala (voseo pronominal y verbal) El voseo es utilizado entre personas de las mismas generaciones y en casos por personas mayores hacia personas menores. El tuteo es formal y profesional pero no tan formal como el usted que se utiliza hacia las personas mayores o desconocidas. El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
2. Honduras(voseo pronominal y verbal). En Honduras el voseo también es general, y a pesar de la existencia del «tuteo» en los medios de comuniación, es predominante, la utilización del «voseo» en estos contextos y continúa en alza. También se utiliza el usted en lugar del vos para dirigirse a personas mayores o desconocidas. El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
3. El Salvador* (voseo pronominal y verbal). El tuteo es poco común, se usa como cortesía o respeto en ciertos registros (por ejemplo, cuando se habla con extranjeros, cuando se habla en público, publicidad, correspondencia, etc. Si la situación es espontánea, se suele utilizar solamente vos). El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
4. Nicaragua* (voseo pronominal y verbal). El voseo se utiliza de forma común en el trato familiar y publicamente entre personas de la misma edad o entre amigos. Como cortesía o respeto a personas de importancia publica (ejecutivos, empleadores, profesionales), a adultos o personas de mayor edad se utiliza "Usted".
5. Costa Rica* (voseo pronominal y verbal). El uso del voseo está también muy extendido en este país. El uso del tuteo es mal visto en general y especialmente entre hombres. Dado que la educación es mayor en Costa Rica, los costarricences suelen mostrar más apego hacia el voseo en situaciones en que el resto de centroamericanos intentarían tutear.
* En Argentina, Paraguay, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica el voseo es también parte habitual de la lengua estándar escrita.
Países con uso de ambas formas [editar]
Los siguientes países tienen el uso en determinadas partes de su geografía:
1. Guatemala en diferentes puntos del país se utilizan las dos formas
2. Bolivia en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando predomina el voseo (pronominal y verbal), el pronombre tú es inexistente en el estas regiones del país.
3. Chile en el centro (el voseo se encuentra en expansión hacia el norte y sur, pero no es bien visto el voseo pronominal).
4. Colombia en el occidente del país (departamento del Valle del Cauca), en el centro (Región paisa y Viejo Caldas), sur de La Guajira, en el norte del Cesar (Valledupar y sus alrededores) y al occidente de Norte de Santander (provincia de Ocaña, sur de Bolívar y sur del Cesar).
5. Ecuador en la sierra norte y central con escasa presencia en Quito. En el resto del país predomina el tuteo.
6. México en el sur (principalmente en el estado de Chiapas).
7. Panamá en el extremo oeste (a lo largo de la frontera con Costa Rica), e interior de la Península de Azuero.
8. Venezuela en el noroccidente (En el estado de Zulia).
Países donde ya no se usa «Vos» [editar]
En los siguientes países, el uso de vos ha casi desaparecido por completo en el habla. Sólo se usa retóricamente y en escritos antiguos o litúrgicos.
1. España*
2. Guinea Ecuatorial
3. República Dominicana
4. Puerto Rico
5. Perú**
6. Cuba***
El voseo pronominal es el uso del pronombre "vos" como sujeto ("vos comés"), vocativo ("¡Vos, ayudame!"), como complemento con preposición ("Te vi a vos"), y como término comparativo ("Es alto como vos"). En los casos de complementos sin preposición y los pronombres átonos se utiliza "te" y "tu" ("Te está mirando a vos", "¿Viste como quedó tu auto?"), y en el caso del posesivo, se utiliza "tuyo" ("Vos dijiste que era tuyo.")
Voseo verbal
Se llama voseo verbal a la variación en las desinencias verbales de la segunda persona del plural para referirse a la segunda persona del singular. Existen distintos cambios en la desinencia verbal según razones geográficas y culturales.
Variantes
Panfleto uruguayo donde se aprecia el voseo de tipo dialectal rioplatense.
En el dialecto rioplatense, el español paraguayo y en los países de Centro América (El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaraguay Costa Rica) la conjugación de voseo normalmente difiere de la tuteante tan soló en presente del modo indicativo y en el imperativo: "tú cantas/vos cantás", "canta tú/cantá vos", "tú eres/vos sos", "tú mueves/vos movés".
En el vernacular rioplatense el voseo verbal también se extiende al pretérito indefinido y al presente de subjuntivo ("quiero que vos cantés", "dijistes que era tarde"), pero no son bien vistas en el registro culto y se prefieren las formas del tuteo: "que vos cantes", "dijiste que era tarde".
El sur de México (Chiapas, Tabasco), y el centro y occidente de Colombia se usa el voseo verbal para el presente de indicativo, el imperativo y también para el presente del modo subjuntivo.
En cambio, en el español chileno el voseo se utiliza para el presente, pretérito imperfecto y condicional del modo indicativo y para el presente y pretérito imperfecto del modo subjuntivo. Prácticamente ha desaparecido la forma en futuro simple, por su reemplazo por la paráfrasis formada por ir en presente y un verbo en infinitivo, excepto en algunos lugares como el español chilote, donde por lo demás tradicionalmente sólo se usa el tuteo en los otros tiempos.
La razón es que la conjugación proviene del voseo reverencial y en sus orígenes era totalmente independiente de "tú". La segunda persona del singular podía entonces tomar dos formas: la de trato normal («tú») y la reverencial («vos»).
Hoy también existe ustedeo, que viene del trato reverencial «vuestra merced». El plural se tomó tanto de «vos», como de «usted», y hoy se usa en España «vosotros», mientras en el resto del mundo de habla castellana se utiliza «ustedes».
Así, «vos sos» proviene de «vos sois», «vos movés» de «vos movéis»" y «pensá vos» de «pensad vos». Esta coincidencia no existe en países como Chile, donde se dice "vos/tú soi/erís", "vos/tú movís" y "piensa vos/tú", es decir, en lugar de eliminar la "i", eliminan la "s".
El voseo usado en el estado Zulia, Venezuela sí concuerda con la conjugación del vos reverencial; en Zulia sí se dice «vos sois», «vos movéis».
Verbo T. d. u.1 Tuteo Voseo típico2 Voseo (Chile) Voseo (Zulia, Venezuela)3 Voseo (Guajira y César, Colombia)
hablar habla hablas hablás hablái habláis hablái
comer come comes comés comís coméis coméi
poder puede puedes podés podís podéis podéi
vivir vive vives vivís vivís vivís viví
venir viene vienes venís venís venís vení
ser es eres sos soi / erís sois soi
errar yerra yerras errás errái erráis errái
hacer hace haces hacés hacís hacéis hacéi
ir va vas vas vai vais vai
1 Trato de usted
2 Voseo típico como se usa en América Central, Argentina, Paraguay, Uruguay, y partes de Colombia (occidente y centro), Bolivia, y México.
3 La forma de conjugar en Zulia es la del voseo reverencial. Este es el uso que se le daba anteriormente en el Ecuador, aunque hoy se utiliza la conjugación del tuteo.
Nota: el término "tuteo" habitualmente significa tratar de «tú» o de «vos», en contraposición a «usted». Cuando se usa «tuteo» como antónimo de «voseo» suele ser necesario aclararlo. El voseo pronominal no se presenta en el sur de la Guajira y el norte del Cesar colombianos, solo el verbal, «tú» acompaña las conjugaciones.
Uso del voseo en un cartel publicitario en Chile, donde se usa el español chileno.
En general, el voseo en Argentina, Uruguay, Paraguay, el centro y occidente de Colombia y Centroamérica elimina la letra i de la conjugación verbal de segunda persona original, el voseo en Chile enfatiza la "i" y elimina la letra "s" final y la "e", y el de Zulia es fiel a la forma original. El caso de Chile es consistente con el hecho de que los chilenos tienden a eliminar todas las eses finales en el lenguaje coloquial y reemplazarlas por la aspiración de la última vocal. En ese sentido, en Chile no se escucha «vos sois» o «vos moveís», sino «voh/tú soih/eríh» o «voh/tú movíh».
En dialecto rioplatense, en el español paraguayo y más recientemente en Centroamérica, el voseo volvió en las últimas décadas de uso habitual en la lengua escrita. Más aún el «tú» está prácticamente ausente del idioma hablado y escrito de esos países. La Real Academia Española incluye en su diccionario en línea exclusivamente las conjugaciones de voseo consideradas prestigiosas en Argentina, Paraguay o Uruguay. Estas conjugaciones son las utilizadas en las ciudades de Buenos Aires, Asunción y Montevideo por las capas bajas, medias y altas de la sociedad y excluyen -en general- al modo subjuntivo. De cualquier manera, solo en la clase alta de Montevideo, el empleo del tuteo se considera pedantería y es amonestado socialmente, como está registrado en diversas fuentes lingüísticas, incluyendo el Diccionario Panhispánico de Dudas (p. 674). En Costa Rica, donde el trato de "usted" ha sido predominante, el voseo ha tomado especial fuerza desde mediados de la década de 1970 y comienzos de la de 1980.
Uso del voseo en El Salvador.
En Ecuador, a partir de la segunda mitad del siglo XX, y con mayor intensidad a partir de la década de 1970 (posiblemente por influencia de la televisión mexicana -convendrían estudios al respecto-), el voseo fue perdiéndose por considerarse vulgar; a diferencia de lo ocurrido en el Cono Sur, donde su prestigio ha trascendido fronteras, llegando incluso a ser considerado patrimonio de dichas latitudes, en Ecuador habiendo comenzado (fiel a las raíces fundamentalmente hispánicas del país) con un uso generalizado entre los criollos, coincidiendo en su conjugación con la del «vosotros» español («vos estáis»), paulatinamente ha ido perdiéndose para dar paso a la misma conjugación que la usada con «tú» («vos estás»), y quedan pocos vestigios de ella («vení acá», «sentate»), pero que van desapareciendo junto con el voseo en general (entre otros fenómenos gramáticos locales) por considerarlo erróneamente propio de clases bajas. La correspondencia verbal en Uruguay se alterna con la del tú: tú tenés, vos tenés; tú sos, vos sos. Algo similar a lo que ocurre en Argentina con la correspondencia del presente subjuntivos: vos sepas, vos sepás; vos puedas, vos podás.
En España, el voseo resistió y resiste en algunas zonas aisladas. Por ejemplo, en Andalucía aún se empleaba en el siglo XIX, según surge de documentos literarios, por ejemplo, las novelas de Fernán Caballero. Se diferencia del voseo americano en que se registra para la confianza intermedia. Es decir, el tuteo es en dirección hacia abajo (hijos o criados) o igualitario, en la suma intimidad (entre hermanos o cónyuges), en tanto que el voseo se emplea para una distancia intermedia, en dirección de abajo hacia arriba (hijos a padres, por ejemplo), o en forma simétrica, cuando no existe suma confianza (por ejemplo, entre vecinos). Persiste todavia mezclado con el uso del tú en la zona oriental de la provincia de Lugo, probablemente por influencia del arcaizante idioma gallego, que también ha reemplazado en su forma más habitual el pronombre «vos» por «ti» (que es el equivalente del «tú» castellano) En América, el voseo ha persistido en gran parte de su territorio con distinta suerte. Se instala en la norma culta, en el Río de la Plata, pero es rural o subestándar en muchos países. En otros, como en Venezuela, se trata de una norma regional (es decir, que, en determinadas zonas, hay un orgullo localista por su empleo).[3]
Actualmente, el voseo se distribuye en distinas partes del mundo hispano, pero predomina en América Central, con excepción de Panamá, donde es parcial; y en Sudamérica, en Argentina, Uruguay y Paraguay. Convive con el "tú" en el centro de Chile, en los departamentos de Valle del Cauca, Cauca, Antioquia, Caldas, Risaralda, Nariño y Quindío de Colombia, occidente de Venezuela, sur de México (específicamente en el estado de Chiapas), en los departamentos orientales de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija en Bolivia, sierra norte y centro de Ecuador y centro de Panamá. En España, Guinea Ecuatorial, República Dominicana, Puerto Rico y Perú, el uso de vos ha desaparecido por completo en el habla. En Cuba está en vías de desaparición su uso, sólo se percibe en la zona oriental.
Cabe señalar que en el interior de Colombia, la competencia no es realmente entre «vos» y «tú», sino entre «vos» y «usted» (véase ustedeo). Se estima que el número de personas que usan vos en lugar o además de tú es de un 30% del total de hispanohablantes.
Países con predominancia del voseo [editar]
En azul oscuro y azul claro los países con predominancia del voseo. En verde, los países donde la práctica se restringe a algunas zonas y en celeste, aquellos países donde su presencia es proporcionalmente pequeña. En rojo, la República Dominicana, España, Guinea Ecuatorial y Puerto Rico, donde el voseo no se usa nunca.
En América del Sur
1. Argentina* (voseo pronominal y verbal, el pronombre tú es inexistente)
2. Paraguay* (voseo pronominal y verbal, el pronombre tú es inexistente)
3. Uruguay* (voseo pronominal y verbal, aunque también, en modo minoritario, se usa el pronombre tú junto con voseo verbal, e incluso se usa el tú con la conjugación estándar, especialmente en el Este del país, como en San Carlos o Rocha(donde es de uso exclusivo)
América Central es de por sí una región totalmente voseante. Sin embargo, es común encontrar el tuteo en algunos contextos no espontáneos, generalmente en los medios de comunicación. En el pasado existía mucha estigmatización hacia este fenómeno. Hoy en día, entre más educación tiene una persona, mayor uso del voseo hace en situaciones en las que se usaría el tuteo (por ejemplo cuando se habla con extranjeros). También es común que las personas mayores piensen que es mejor usar el tuteo (aunque en la práctican no lo hagan).
1. Guatemala (voseo pronominal y verbal) El voseo es utilizado entre personas de las mismas generaciones y en casos por personas mayores hacia personas menores. El tuteo es formal y profesional pero no tan formal como el usted que se utiliza hacia las personas mayores o desconocidas. El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
2. Honduras(voseo pronominal y verbal). En Honduras el voseo también es general, y a pesar de la existencia del «tuteo» en los medios de comuniación, es predominante, la utilización del «voseo» en estos contextos y continúa en alza. También se utiliza el usted en lugar del vos para dirigirse a personas mayores o desconocidas. El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
3. El Salvador* (voseo pronominal y verbal). El tuteo es poco común, se usa como cortesía o respeto en ciertos registros (por ejemplo, cuando se habla con extranjeros, cuando se habla en público, publicidad, correspondencia, etc. Si la situación es espontánea, se suele utilizar solamente vos). El uso del tuteo es mal visto entre hombres.
4. Nicaragua* (voseo pronominal y verbal). El voseo se utiliza de forma común en el trato familiar y publicamente entre personas de la misma edad o entre amigos. Como cortesía o respeto a personas de importancia publica (ejecutivos, empleadores, profesionales), a adultos o personas de mayor edad se utiliza "Usted".
5. Costa Rica* (voseo pronominal y verbal). El uso del voseo está también muy extendido en este país. El uso del tuteo es mal visto en general y especialmente entre hombres. Dado que la educación es mayor en Costa Rica, los costarricences suelen mostrar más apego hacia el voseo en situaciones en que el resto de centroamericanos intentarían tutear.
* En Argentina, Paraguay, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica el voseo es también parte habitual de la lengua estándar escrita.
Países con uso de ambas formas [editar]
Los siguientes países tienen el uso en determinadas partes de su geografía:
1. Guatemala en diferentes puntos del país se utilizan las dos formas
2. Bolivia en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando predomina el voseo (pronominal y verbal), el pronombre tú es inexistente en el estas regiones del país.
3. Chile en el centro (el voseo se encuentra en expansión hacia el norte y sur, pero no es bien visto el voseo pronominal).
4. Colombia en el occidente del país (departamento del Valle del Cauca), en el centro (Región paisa y Viejo Caldas), sur de La Guajira, en el norte del Cesar (Valledupar y sus alrededores) y al occidente de Norte de Santander (provincia de Ocaña, sur de Bolívar y sur del Cesar).
5. Ecuador en la sierra norte y central con escasa presencia en Quito. En el resto del país predomina el tuteo.
6. México en el sur (principalmente en el estado de Chiapas).
7. Panamá en el extremo oeste (a lo largo de la frontera con Costa Rica), e interior de la Península de Azuero.
8. Venezuela en el noroccidente (En el estado de Zulia).
Países donde ya no se usa «Vos» [editar]
En los siguientes países, el uso de vos ha casi desaparecido por completo en el habla. Sólo se usa retóricamente y en escritos antiguos o litúrgicos.
1. España*
2. Guinea Ecuatorial
3. República Dominicana
4. Puerto Rico
5. Perú**
6. Cuba***
domingo, 13 de junho de 2010
quinta-feira, 10 de junho de 2010
Haikas famosos japoneses
El que detesta esta vida
Debe amar
La flor del cardo. En este mundo efímero.
También los espantapájaros
tiene ojos y nariz
Medita el mono
a lo largo de la noche
¿Cómo atrapar la luna? Bajo el mosquitero
Ella duerme
Rodeada de luciérnagas
En los cultivos de las alturas
los espantapájaros
se peinan de nubes La noche infinita.
¡Pienso
en cómo será en 10.000 años!
Cada año nuevo
Cielo y tierra en armonía
El primer día. Las noches son breves
¿Cuántos días más
aún por vivir?
Crepúsculo matinal.
El hocico de la rana
exhala la luna. Cuando se derrite la nieve.
¡Sueltan los caballos
en el pueblito!
Debe amar
La flor del cardo. En este mundo efímero.
También los espantapájaros
tiene ojos y nariz
Medita el mono
a lo largo de la noche
¿Cómo atrapar la luna? Bajo el mosquitero
Ella duerme
Rodeada de luciérnagas
En los cultivos de las alturas
los espantapájaros
se peinan de nubes La noche infinita.
¡Pienso
en cómo será en 10.000 años!
Cada año nuevo
Cielo y tierra en armonía
El primer día. Las noches son breves
¿Cuántos días más
aún por vivir?
Crepúsculo matinal.
El hocico de la rana
exhala la luna. Cuando se derrite la nieve.
¡Sueltan los caballos
en el pueblito!
JUVENILLA de Miguel Cane
JUVENILLA
de Miguel Cane
Capítulo I
Debía entrar en él Colegio Nacional tres meses después
de la muerte de mi padre; la tristeza del hogar, el
espectáculo constante del duelo, el llanto silencioso
de mi madre, me hicieron desear abreviar el plazo,
y yo mismo pedí ingresar tan pronto como se celebraran
los funerales.
El Colegio Nacional acababa de fundarse sobre el
antiguo Seminario, con una nueva organización de
estudios, en la que el doctor Eduardo Costa, ministro
entonces de Instrucción Pública, bajo la presidencia
dol general Mitre, había tomado una parte inteligente
y activa. Sin embargo, el establecimiento, que quedaba
bajo la dirección del doctor Aguero, se resentía
aún de las trabas de la enseñanza escoláslica, y sólo
fue más tarde, cuando M. Jacques se puso a su frente,
que alcanzó el desenvolvimiento y el espíritu liberal
que habían concebído el Congreso y el Poder Ejecutivo
Me invade en este momento el recuerdo fresco y
vivo de los primeros días pasados entre los obscuros
y helados claustros del antiguo convento. No conocía
a nadie y notaba en mis compañeros, aguerridos ya a
la vida de reclusión, el sordo antagonismo contra el
"nuevo", la observación constante de que era objeto,
y me parecía sentir fraguarse contra mi triste
individuo los mil complots que, entre nosotros, por
el suave genio de la raza, sólo se traducen en bromas más
o menos pesadas, pero que en los seculares colegios
de Oxford y de Cambridge alcanzan a brutalidades
inauditas, a vejámenes, a servidumbres y martirios.
Me habría encontrado, no obstante, muy feliz con mi
suerte si hubiera conocido entonces el Tom Jones de
Fielding. Silencioso y triste, me ocultaba en los
rincones para llorar a solas, recordando el hogar, el
cariño de mi madre, mi independencia, la buena comida y
el dulce sueño de la mañana.
Durante los cinco años que pasé en esa prisión,
aun después de haber hecho allí mi nido
y haberme connaturalizado con la monotonia
de aquella vida, sólo dos puntos negros persistieron
para mí: el despertar y la comida. A las cinco en
verano, a las seis en invierno, infalible, fatal, como
la marcha de un astro, la maldita campana empezaba a
sonar. Era necesario dejar la cama, tiritando de frío
casi siempre, soñolientos, irascibles, para ir a formar
en fila en un claustro largo y glacial. Allí rezabamos
un Padrenuestro, para pasar en seguida al claustro de
los lavatorios. !Cuántas conspiraciones, cuantas tramas,
qué gasto de ingenio y fuerza hicimos para luchar
contra la falalidad, encarnada a nuestros ojos en el
portero, colgado de la Cuerda maldecida! Aquella cuerda
tenía más nudos que la que, en el gimnasio empleábamos
para trepar a pulso. La cortábamos a veces hasta la
raíz del pelo, como decíamos, junto al badajo,
encaramándonos hasta la campana con ayuda de la parra
y las rejas, a riesgo de matarnos de un golpe.
Muy a menudo la expectativa nos hacía despertar en
la mañana antes de la hora reglamentaria. De pronto
oíamos una campana de mano, áspera, estridente,
manejada con violencia por el brazo irritado del portero,
eterno "préposé" a las composturas de la cuerda. Se
vengaba entrando en todos los dormitorios y sacudiendo
su infernal instrumento en los oídos de sus enemigos
personales, entre los cuales tenía el honor de contarme.
Atrasar el reloj era inútil, por dos razones
tristemente conocidas: la primera, la proximidad del
Cabildo, que escapaba a nuestra influencia; la segunda,
el tachómetro de plata del portero que, bien remontado,
velaba fielmente bajo su almohada. Algunas noches de
invierno la desesperación nos volvía feroces y el
ilustre cerbero amanecía no sólo maniatado, sino un
tanto rojiza la faz a causa de la dificultad para
respirar a través de un aparato rigurosamente aplicado
sobre su boca y cuya construcción, bajo el nombre
de "pera de angustia", nos había enseñado Alejandro
Dumas en sus Veinte años después, al narrar la
evasión del duque de Beaufort del castillo de Vincennes.
Todo era efímero, todo inútil, hasta que estuve a punto
de inmortalizarme descubriendo un aparato sencillo,
pero cuyo éxito, si bien pasajero, respondió a mis
esperanzas. En una escapada vi una carreta de bueyes
que entraba en el mercado; debajo del eje colgaba un
cuero, como una bolsa ahuecada, amarrado de las cuatro
puntas; dentro dormía un niño. Fue para mí un rayo de
luz, la manzana de Newton, la lampara de Galileo, la
marmita de Papín, la rana de Volta, la tabla de
Rosette de Champollión, la hoja enroscada de Calimaco.
El problema estaba resuelto; esa misma noche tomé el más
fuerte de mis cobertores, una de esas pesadas cobijas
tucumanas que sofocan sin abrigar, la amarré debajo de
mi cama, de las cuatro puntas, y cubriendo el artificio
con los anchos pliegues de mi colcha esperé la mañana.
Así que sonó la campana me sumergí en la profundidad,
y allí, acurrucado, inmóvil e incómodo, desafié impunemente
la visita del celador, que viendo mi lecho vacío, siguió
adelante. Me preguntaréis quizá que beneficio positivo
reportaba, puesto que, de todas maneras, tenía que
despertarme. Respondo con lástima que el que tal
pregunta hiciera ignoraría estos dos supremos placeres
de todos los tiempos y todas las edades: el amodorramiento
matinal y la contravención.
Mi invención cundió rápidamente, y al quinto día,
al primer toque, las camas quedaron todas vacías. El
celador entró: vió el cuadro, quedó inmóvil, llevó
un dedo a la sien y después de cinco minutos de grave
meditación se dirlgió a una cama, alzó la colcha y
sonrió con ferocidad.
!Era la mía!
Capítulo II
El segundo obstáculo insuperable fue la comida,
invariable, igual, constante. En los primeros tiempos,
apenas entrábamos en el refectorio un alumno trepaba
a una especie de púlpito, y así que atacábamos la
sopa comenzaba con voz gangosa a leernos una vida
de santo o una biografía de la Galería Hlstórica
Agentina siendo para nosotros obligatorio el silencio,
y, por tanto; el fastidio.
No puedo vencer el deseo de dar una idea sucinta
del "menú"; lo tengo fijo, grabado en el estómago y
en el olfato. Dentro de un líquido incoloro, vago,
misterioso algo como aquellos caldos precipitados que
las brujas de la Edad Media hacen a medianoche al pie
de una horca con un racimo, para beberlos antes de
ir al sabbat, navegaban audazmente algunos largos y
pálidos fideos. Un mes llevé estadística: había
atrapado tres en treinta días, y eso que estaba en
excelentes relaciones con el grande que servía, médico
y diputado hoy, el doctor Luis Eyzaguirre, uno de los
tipos más criollos y uno de los corazones más
bondadosos que he conocido en mi vida. Luego, siempre
elemento, venía un sábalo, el clásico sábalo que muchas
veces, contra nuestro interés positivo, había
muerto con dos días de anticipación.
En seguida, carnero. Notad que no he dicho cordero;
carnero, carnero respetable, anciano, cortado en
romboides y polígonos desconocidos en el texto geométrico
huesosos, cubiertos de levísima capa triturable, y
reposando, por su peso específico, en el fondo del
consabido Iíquido, que ,para el caso se revestía de un
color parduzco. Cuando Eyzaguirre hundía la cuchara
en aquel mar, clavábamos los ojos en la superficie,
mientras hacíamos el tácito y rápido cálculo sobre a
quién tocaría el trozo saliente. De ahí amargas
decepciones y júbilos manifiestos. Hacía el papel de pieza
de resistencia un largo y escueto asado de costillas,
cubierto de una capa venosa impermeable al diente.
Habíamos corrido todo el día en el gimnasio, éramos
sanos, los firmes dientes estaban habituados a romper
la cáscara del coco y triturar el confite de Córdoba,
el sábalo hebía tenido un éxito de respeto, debido a
su edad; sin embargo, jamás vencimos la córnea
defensa paquidérmica del asado de tira!
Cerraba la marcha, con una conmovedora regularidad,
ya un plato de arroz con leche, ya una fuente
de orejones. La leche, en su estado normal, es un
elemento líquido; por qué se llamaba equello "arroz
con leche"? Era sólido, compacto, y las moléculas,
estrechándose con violencia,le daban una dureza de
coraza. Si hubiéramos dado vuelta la fuente, la
composición, fiel al receptáculo, no se habría movido,
dejando caer sólo la versátil capa de canela. En
general, el color del orejón tira a un dorado intenso,
que se comunica al líquido que lo acompaña. Además, es
un manjar silencioso. Aquí no sólo afectaba un tinte
negro y opaco, sino que, arenoso por naturaleza,
sonaba al ser triturado.
Luego al gimnasio, a correr, a hacer la digestión.
Capítulo III
He dicho ya que mis primeros días de colegio fueron
de desolación para mi alma. La tristeza no me
abandonaba y las repetidas visitas de mi madre, a la
que rogaba con el acento de la desesperación que me
sacara de allí y que sólo me contestaba con su llanto
silencioso, sin dejarse doblegar en su resolución,
aumentaban aún mis amarguras.
La reacción vino de un recurso inesperado. Una noche
que nos llamaban a la clase de estudio se me
ocurrió abrir uno de los cajones de mi cómoda para
tomar algunas galletitas con que combatir las
consecuencias del "menú" mencionado. Maquinalmente
tomé un libro que allí había y me fuí con él. Una vez
en clase, y cuando el silencio se restableció, me puse
a leerlo. Era una traducción española de Los tres
mosqueteros, de Dumas. Decir la impresión causada
en mi espíritu por aquel mundo de aventuras, amores,
estocadas, amistades sagradas, brillo y juventud;
mundo desconocido para mí; decir la emoción palpitante
con que seguía al hidalgo gascón desde su llegada
a París hasta la noche sombría del juicio, el
odio al cardenal, mi júbilo por los fracasos de éste, mi
ilusión maravillosa, es hoy superior a mis fuerzas.
Toda esa noche, con un cabo de vela, encendido a
hurtadillas, me la pasé leyendo. Al día siguiente no fui
a los recreos, no salí de mi cuarto, y cuando al caer
la tarde concluí el libro sólo me alentaba la esperanza
de la continuación. Escribí a mi madre, vinieron los
Veinte años después, El vizconde de Bragelonne, que
me costó lágrimas a raudales, un Luis XIV y su siglo,
también de Dumas, crónica hecha sobre las memorias
del tiempo -cuyo único defecto era a mis ojos no ver
figurar en ella a D'Artagnan, principal personaje de
la época, en mi concepto - y multitud de novelas
españolas, cuidadosamente recortadas en folletines, unidos
por alfileres, y algunos de cuyos títulos me acuerdo
todavía, aunque después no los haya vuelto a ver.
El espía del Gran Mundo, novela francesa, en la cual
hay una especie de Calibán, pero bueno y fiel, que
chupa en una herida el veneno de una víbora; La gran
artista y la gran señora, que después he sabido fue por
un año la "coqueluche" de las damas de Buenos Aires.
La verdad de un epitafio, donde el héroe roba de
un sepulcro a su amada, aletargada como Julieta, y le
abre la mejilla de un feroz tajo para desfigurarla a
los ojos de sus enemigos; El Clavo, un individuo
a quien le perforan el cráneo, durante el sueño, con un
clavo invisible a la autopsia, pero que algunos años
después aparece gravemente incrustado en su calavera,
sobre la que un romántico medita en un cementerio,
como Hamlet con el cráneo del "poor Yorick"; los
Monjes de las Alpujarras y Men Rodrigo de Sanabria,
dos de los mejores, tal vez los únicos romances realmente
históricos de Fernandez y Gonzalez, con una
brutalidad de acción propia de la época; el Hijo del
Diablo, cuya primera parte me enloqueció,
haciéndome soñar un mes entero con mantos encarnados,
caballos galopando bajo la noche y el trueno, viejos
alquimistas calvos y aombríos, etc.; Dos cadáveres, un
salvaje romance de Soulié, que pasa en Inglaterra,
bajo el efímero protectorado de Ricardo Cromwell, y
cuyos dos personajes principales son los cuerpos de
Carlos I y de Oliverio Cromwell, con sus féretros
respectivos, sobre los que pasan cosas inauditas, etc., etc.
Uno de los recuerdos más vigorosos que he conservado
es la impresión causada por los Misterios del Castillo
de Udolfo, de Ana Radcliffe, que cayó en mis manos
en una detestable edición española, en tres tomos, con
x en vez de j, y j en vez de i. No pegué los ojos
en una semana, y era tal la sobreexcitación de mi
espíritu, que me figuraba que esos insomnios
mortificantes eran un castigo por el robo sacrílego
que había cometido, deslizándome al templo de San
Ignacio, durante un funeral por el alma de un ciudadano,
para mi desconocido, y metiéndome bajo el chaleco,
en varios trozos, la vela de cera clásica que debía
iluminar mis trasnochadas de lectura.
Por medio de canjes y "razzias" en mis salidas de los
domingos, más o menos autorizada por los parientes
que tenían bibliotecas, todo Dumas pasó, Fernández
y Gonzalez (! un saludo al Cocinero de su Majestad,
que cruza mi memoria!), Pérez Escrich, que había ya
ofendido el sentido común y el arte con unos veinte
tomos, y una infinidad de novelas que no recuerdo ya.
Un día supe que un compañero tenía La Hermosa Gabriela,
de Marquet. Me precipité a pedírsela, reclamando
derechos de reciprocidad; pero Juan Cruz Ocampo
se había anticipado y estaba a punto de conseguirla.
Confieso que mi primer movimiento fue
disputársela, aun en el terreno de los hechos; pero
después de la simple reflexión de que mis fuerzas
físicas, no igualando mi arrogancia, me habrían
hecho quedar sin el libro y con varias contusiones, acepté
el temperamento del sorteo, que como un anticipo
sobre mi suerte constante en el "alea" de la vida
favoreció a Ocampo. Durante una semana le espié, le
eceché sin reposo, y cuando le veía hablar, jugar o
comer, en vez de leer aprisa, me indignaba,
pareciéndome que aquel hombre no tenía la menor noción
del honor rudimental. A más, el cruel solía hablarme
de las hazañas de Pontis y me decia esta frase que
me estremecía de impaciencia: "!Chicot figura!"...
Las novelas, durante toda mi permanencia en el
Colegio, fueron mi salvación contra el fastidio, pero
al mismo tiempo me hicieron un flaco servicio como
estudiante. Todo libro que no fuera romance me era
insoportable y tenía que hacer doble esfuerzo para
fijar en él mi atención. A cuál de nosotros no ha
pasado algo análogo más tarde en el estudio de la
historia? Quién no recuerda la perseverancia
necesaria para leer un tratado cualquiera, después de
las páginas luminosas de Macaulay, Prescott o Motley?...
Capítulo IV
El Colegio, que más tarde había de ser uno de los
primeros establecimientos de América, era por
entonces un caos como organizacion interna. Cuando
me incrusté bien y vi claro, comprendí que tras las
sombras ostensibles de la vida claustral había "des
acommodements", no sólo con el cielo, sino con las
autoridades temporales de la tierra. Durante un año, y
siendo ya mocitos, nos hemos escapado casi todas las
noches para hacer una vida de vagabundos por la
ciudad, en los cafés, en aquellos puntos donde
Shakespeare pone la acción de su Pericles, y sobre
todo en los bailes de los suburbios, de los que algunos
condiscípulos, ignoro por arte de quién, tenían siempre
conocimiento
Toda la variedad infinita de los medios de escapatoria
podía reducirse a tres sistemas principales: la
portería, la despensa y el portón. La portería, que
da sobre el atrio de San Ignacio, requería, o elementos
de corrupción para el portero o vias de hecho
deplorables. La despensa y cocinas tenían una pequeña
puerta a la calle Moreno, que a veces quedaba abierta
hasta la tarde. El portón, una de esas portadas
deformes de la colonia, daba a la calle Bollvar, donde
hoy se encuentra la entrada principal del Colegio.
Las hojas, en vez de llegar hasta el suelo, terminaban
en unas puntas de hierro que dejaban un espacio
libre entre ellas y el pavimento. Por allí había que
pasar, pegado el cuerpo a la tierra, en mangas de
camisa, para no estropear el único jaquet de lujo y
sintiendo muchas veces que las fieles puntas
guardianas se insinuaban ligeramente en la espalda
como una protesta contra la evasión. A pesar de todas
sus dificultades, era el medio más generalmente elegido.
Pero aquí debo recordar una de esas curiosidades de
colegio, que todos mis compañeros de entonces deben
tener presente.
Se educaba allí desde tiempo inmemorial un tipo
acabado de bohemio, lleno de buenas condiciones de
corazón, haragán como una marmota, dormilón como
el símil, con una cabeza enorme, cubierta de una
melena confusa y tupida como la baja vegetación
tropical, reñido con los libros, que no abría jamás, y
respondiendo al nombre de "Galerón", sin duda por
las dimensiones colosales del sombrero que tenía la
función obligatoria y difícil de cubrir aquella cabeza
ciclópea. Más tarde le he encontrado varias veces en
el mundo ya en buena situación, ya bajo el peso de
serias desgracias; le he conservado siempre un cariño
inalterable. Le encontré en Arica, entre el ejército
bloqueado de Montero, como corresponsal de un
diario de Lima; estaba a bordo de la Union el día
sombrío de Angamos en que murió Grau. Luego volví
a verle en Lima. Piérola, cuya fortuna política había
seguido y que estaba entonces en el poder, le ofreció
empleos bastante lucratlvos; sólo quiso aceptar un
pequeño mando militar y un puesto en la vanguardia.
Esa conducta honrosa compensa muchas faltas. Había
hecho también la campaña. del Paraguay.
He hablado de Benito Neto. !Era un misterio profundo.
cómo Benito había conseguido, allá en época
remota, y sin duda a favor de algún sacudimiento,
de alguna convulsión caótica, nada menos que una
llave del portón de la calle Bolivar! Nadie sabía donde
la guardaba y todas las empresas organizadas para
robársela dieron siempre un fiasco completo. Benito
la cuidaba, la aceitaba con frecuencia y tenía un aparato
especial para extraer del caño todas las pelusas
y. migajas parásitas que iban allí a alojarse. Era para
él el caballo del árabe o del gaucho, el fusil del
cazador, la mandolina del provenzal errante, el
instrumento y el sustentáculo de su vida. Como con el
rastreador Calíbar todos los prisioneros que tentaban
evadirse, éramos forzoso contar con Benito cuando nos
animaban iguales designios.
Benito oía en silencio y luego preguntaba tranquilamente:
"Dónde vamos?". Porque él no prestaba la llave jamás,
no la alquilaba, no la vendía. El era siempre de la partida,
fuese cual fuese el objetivo. En vano se le observaba:
"Benito, !estamos los tres invitados a un baile! -Me
presentaran. -!Vamos a una comida a casa de Fulano!
-Comeré. -!Una tía mía está muy enfermaa! -La
velaré. -Tengo una cita y.. . -Ha de haber una chinita.
sirviente". A todo tenía respuesta, y le hemos visto
asistir gravemente con su eterno jaquet canela a
entierros de lejanos parientes de algún estudiante cuya
conducta no había merecido un permiso de salida y
que acudía al arte de Benito. Era el Lord Flamborough
de Sandeau, pegado al joven homeópata como la ostra
a la peña.
Capítulo V
A más de las escapadas nocturnas había las cenas
furtivas y algunas calaveradas soberbias de los
"grandes" que nos llenaban de admiración.
El doctor Aguero estaba ya muy viejo; bueno y
cariñoso, vivía en un optimismo singular respecto a los
estudiantes, ángeles calumniados siempre, según su
opinión.
Recuerdo un carnaval en que hicimos atrocidades
en el atrio; los chicos, con las manos llenas de carmín,
azul molido y harina, asaltábamos de improviso a los
paseantes, les llenábamos los ojos y el rostro con la
mezcla, y cuando aquellos hombres enfurecidos se nos
venían encima, nos poníamos a cubierto, por medio
de una ágil retirada, detrás del sólido baluarte de los
puños de Eyzaguirre, Pastor, Julio Landívar.
Dudgeon, el tranquilo Marcelo Paz, que sólo levantaba
el brazo cuando veía pegar a un débil, etc. El pugilato
comenzaba, guardándose estrictamente las reglas de
caballería; pero el asaltante, olvidado del noble ejercicio,
no llevaba la mejor parte. Uno de ellos, un
francés que tenía una peluquería frente al Colegio
y que nos profesaba suma antipatía por nuestro escaso
consumo de sus artículos, fue preparado por mí y
ribeteado por Eyzaguirre; justemente enfurecido, se
precipitó a llevar le queja al doctor Aguero. Un chico
le previno, y presentándose llorando ante el anciano
le dijo que aquel hombre le había pegado y que
Eyzaguirre le había defendido. Decir el furor del buen
Rector! Quería mandar preso al peluquero, que ante
aquella amenaza quedó estupefacto, pero la denuncia
surtió su efecto, porque, para que no nos pegaran más
(y lo decía sinceramente) nos hizo abandonar el atrio.
Capítulo VI
Había la vieja costumbre, desde que el doctor Aguero
se puso achacoso, de que un alumno le velara cada
noche. No se acostaba; sobre un inmenso sillón Voltaire
(!no sospechaba el anciano la denominación!)
dormitaba por momentos, bajo la fatiga. Teníamoa
que hacerle la lectura durante un par de horas para
que se adormeciera con la monotonía de la voz y tal
vez con fastidio del asunto. !Cuan presente tengo
aquel cuarto, débilmente iluminado por una lámpara
suavizada por una pantalla opaca, aquel silencio sólo
interrumpido por el canto del sereno y, al alba, por
el paso furtivo de algún fugitivo que volvía al redil.
Leíamos siempre la vida de un santo en un libro de
tapas verdes, en cuya página ciento uno había
eternamente un billete de veinte pesos moneda
corriente, que todos los estudiantes del Colegio
sabíamos haber sido colocado allí expresamente por
el buen Rector, que cada mañana se aseguraba
ingenuamente de su presencia en ls página indicada
y quedaba encantado de la moralidad de sus bijitos,
como nos llamaba.
Más de una noche me he recostado en el sofá al
alcance de su mano, donde me tendía vestido; me
daba una palmadita en la cabeza y me decía con voz
impregnada de cariño: "Duerme, niño, todavía no es
hora". La hora eran las cinco de la mañana, en que
pasábamos a una pieza contigua, hacíamos fuego en
un brasero, siempre con leña de pino, y le cebábamos
mate hasta las siete. Luego nos decia: "Ve a tal
armario, abre tal cajón y toma un plato que hay allí.
Es para ti". Era la recompensa, el premio de la
velada, y lo sabíamos de memoria: un damasco y una
galletita americana, que nos hacía comer pausada y
separadamente, el damasco el último.
Jamás se nos pasó por la mente la idea de proteatar
contra aquella servidumbre; tenía esa costumbre tal
carácter afectuoso, patriarcal, que la considerábamos
como un deber de hijos para con el padre viejo y
enfermo. Sólo uno que otro desaforado aprovechaba
el sueño del anciano, durante su velada de turno,
ya para escaparse, ya para darse una indigestión de
uvas, trepado eomo un mono en las ricas parras del
patio.
El doctor Agüero fue un Erro! A referência de hiperlink não é válida. alma buena,
pura y cariñosa; sobrevivió muy pocos meses a su
separación del Colegio, y hoy reposa en paz bajo las
bóvedas de la Catedral de Buenos Aires.
de Miguel Cane
Capítulo I
Debía entrar en él Colegio Nacional tres meses después
de la muerte de mi padre; la tristeza del hogar, el
espectáculo constante del duelo, el llanto silencioso
de mi madre, me hicieron desear abreviar el plazo,
y yo mismo pedí ingresar tan pronto como se celebraran
los funerales.
El Colegio Nacional acababa de fundarse sobre el
antiguo Seminario, con una nueva organización de
estudios, en la que el doctor Eduardo Costa, ministro
entonces de Instrucción Pública, bajo la presidencia
dol general Mitre, había tomado una parte inteligente
y activa. Sin embargo, el establecimiento, que quedaba
bajo la dirección del doctor Aguero, se resentía
aún de las trabas de la enseñanza escoláslica, y sólo
fue más tarde, cuando M. Jacques se puso a su frente,
que alcanzó el desenvolvimiento y el espíritu liberal
que habían concebído el Congreso y el Poder Ejecutivo
Me invade en este momento el recuerdo fresco y
vivo de los primeros días pasados entre los obscuros
y helados claustros del antiguo convento. No conocía
a nadie y notaba en mis compañeros, aguerridos ya a
la vida de reclusión, el sordo antagonismo contra el
"nuevo", la observación constante de que era objeto,
y me parecía sentir fraguarse contra mi triste
individuo los mil complots que, entre nosotros, por
el suave genio de la raza, sólo se traducen en bromas más
o menos pesadas, pero que en los seculares colegios
de Oxford y de Cambridge alcanzan a brutalidades
inauditas, a vejámenes, a servidumbres y martirios.
Me habría encontrado, no obstante, muy feliz con mi
suerte si hubiera conocido entonces el Tom Jones de
Fielding. Silencioso y triste, me ocultaba en los
rincones para llorar a solas, recordando el hogar, el
cariño de mi madre, mi independencia, la buena comida y
el dulce sueño de la mañana.
Durante los cinco años que pasé en esa prisión,
aun después de haber hecho allí mi nido
y haberme connaturalizado con la monotonia
de aquella vida, sólo dos puntos negros persistieron
para mí: el despertar y la comida. A las cinco en
verano, a las seis en invierno, infalible, fatal, como
la marcha de un astro, la maldita campana empezaba a
sonar. Era necesario dejar la cama, tiritando de frío
casi siempre, soñolientos, irascibles, para ir a formar
en fila en un claustro largo y glacial. Allí rezabamos
un Padrenuestro, para pasar en seguida al claustro de
los lavatorios. !Cuántas conspiraciones, cuantas tramas,
qué gasto de ingenio y fuerza hicimos para luchar
contra la falalidad, encarnada a nuestros ojos en el
portero, colgado de la Cuerda maldecida! Aquella cuerda
tenía más nudos que la que, en el gimnasio empleábamos
para trepar a pulso. La cortábamos a veces hasta la
raíz del pelo, como decíamos, junto al badajo,
encaramándonos hasta la campana con ayuda de la parra
y las rejas, a riesgo de matarnos de un golpe.
Muy a menudo la expectativa nos hacía despertar en
la mañana antes de la hora reglamentaria. De pronto
oíamos una campana de mano, áspera, estridente,
manejada con violencia por el brazo irritado del portero,
eterno "préposé" a las composturas de la cuerda. Se
vengaba entrando en todos los dormitorios y sacudiendo
su infernal instrumento en los oídos de sus enemigos
personales, entre los cuales tenía el honor de contarme.
Atrasar el reloj era inútil, por dos razones
tristemente conocidas: la primera, la proximidad del
Cabildo, que escapaba a nuestra influencia; la segunda,
el tachómetro de plata del portero que, bien remontado,
velaba fielmente bajo su almohada. Algunas noches de
invierno la desesperación nos volvía feroces y el
ilustre cerbero amanecía no sólo maniatado, sino un
tanto rojiza la faz a causa de la dificultad para
respirar a través de un aparato rigurosamente aplicado
sobre su boca y cuya construcción, bajo el nombre
de "pera de angustia", nos había enseñado Alejandro
Dumas en sus Veinte años después, al narrar la
evasión del duque de Beaufort del castillo de Vincennes.
Todo era efímero, todo inútil, hasta que estuve a punto
de inmortalizarme descubriendo un aparato sencillo,
pero cuyo éxito, si bien pasajero, respondió a mis
esperanzas. En una escapada vi una carreta de bueyes
que entraba en el mercado; debajo del eje colgaba un
cuero, como una bolsa ahuecada, amarrado de las cuatro
puntas; dentro dormía un niño. Fue para mí un rayo de
luz, la manzana de Newton, la lampara de Galileo, la
marmita de Papín, la rana de Volta, la tabla de
Rosette de Champollión, la hoja enroscada de Calimaco.
El problema estaba resuelto; esa misma noche tomé el más
fuerte de mis cobertores, una de esas pesadas cobijas
tucumanas que sofocan sin abrigar, la amarré debajo de
mi cama, de las cuatro puntas, y cubriendo el artificio
con los anchos pliegues de mi colcha esperé la mañana.
Así que sonó la campana me sumergí en la profundidad,
y allí, acurrucado, inmóvil e incómodo, desafié impunemente
la visita del celador, que viendo mi lecho vacío, siguió
adelante. Me preguntaréis quizá que beneficio positivo
reportaba, puesto que, de todas maneras, tenía que
despertarme. Respondo con lástima que el que tal
pregunta hiciera ignoraría estos dos supremos placeres
de todos los tiempos y todas las edades: el amodorramiento
matinal y la contravención.
Mi invención cundió rápidamente, y al quinto día,
al primer toque, las camas quedaron todas vacías. El
celador entró: vió el cuadro, quedó inmóvil, llevó
un dedo a la sien y después de cinco minutos de grave
meditación se dirlgió a una cama, alzó la colcha y
sonrió con ferocidad.
!Era la mía!
Capítulo II
El segundo obstáculo insuperable fue la comida,
invariable, igual, constante. En los primeros tiempos,
apenas entrábamos en el refectorio un alumno trepaba
a una especie de púlpito, y así que atacábamos la
sopa comenzaba con voz gangosa a leernos una vida
de santo o una biografía de la Galería Hlstórica
Agentina siendo para nosotros obligatorio el silencio,
y, por tanto; el fastidio.
No puedo vencer el deseo de dar una idea sucinta
del "menú"; lo tengo fijo, grabado en el estómago y
en el olfato. Dentro de un líquido incoloro, vago,
misterioso algo como aquellos caldos precipitados que
las brujas de la Edad Media hacen a medianoche al pie
de una horca con un racimo, para beberlos antes de
ir al sabbat, navegaban audazmente algunos largos y
pálidos fideos. Un mes llevé estadística: había
atrapado tres en treinta días, y eso que estaba en
excelentes relaciones con el grande que servía, médico
y diputado hoy, el doctor Luis Eyzaguirre, uno de los
tipos más criollos y uno de los corazones más
bondadosos que he conocido en mi vida. Luego, siempre
elemento, venía un sábalo, el clásico sábalo que muchas
veces, contra nuestro interés positivo, había
muerto con dos días de anticipación.
En seguida, carnero. Notad que no he dicho cordero;
carnero, carnero respetable, anciano, cortado en
romboides y polígonos desconocidos en el texto geométrico
huesosos, cubiertos de levísima capa triturable, y
reposando, por su peso específico, en el fondo del
consabido Iíquido, que ,para el caso se revestía de un
color parduzco. Cuando Eyzaguirre hundía la cuchara
en aquel mar, clavábamos los ojos en la superficie,
mientras hacíamos el tácito y rápido cálculo sobre a
quién tocaría el trozo saliente. De ahí amargas
decepciones y júbilos manifiestos. Hacía el papel de pieza
de resistencia un largo y escueto asado de costillas,
cubierto de una capa venosa impermeable al diente.
Habíamos corrido todo el día en el gimnasio, éramos
sanos, los firmes dientes estaban habituados a romper
la cáscara del coco y triturar el confite de Córdoba,
el sábalo hebía tenido un éxito de respeto, debido a
su edad; sin embargo, jamás vencimos la córnea
defensa paquidérmica del asado de tira!
Cerraba la marcha, con una conmovedora regularidad,
ya un plato de arroz con leche, ya una fuente
de orejones. La leche, en su estado normal, es un
elemento líquido; por qué se llamaba equello "arroz
con leche"? Era sólido, compacto, y las moléculas,
estrechándose con violencia,le daban una dureza de
coraza. Si hubiéramos dado vuelta la fuente, la
composición, fiel al receptáculo, no se habría movido,
dejando caer sólo la versátil capa de canela. En
general, el color del orejón tira a un dorado intenso,
que se comunica al líquido que lo acompaña. Además, es
un manjar silencioso. Aquí no sólo afectaba un tinte
negro y opaco, sino que, arenoso por naturaleza,
sonaba al ser triturado.
Luego al gimnasio, a correr, a hacer la digestión.
Capítulo III
He dicho ya que mis primeros días de colegio fueron
de desolación para mi alma. La tristeza no me
abandonaba y las repetidas visitas de mi madre, a la
que rogaba con el acento de la desesperación que me
sacara de allí y que sólo me contestaba con su llanto
silencioso, sin dejarse doblegar en su resolución,
aumentaban aún mis amarguras.
La reacción vino de un recurso inesperado. Una noche
que nos llamaban a la clase de estudio se me
ocurrió abrir uno de los cajones de mi cómoda para
tomar algunas galletitas con que combatir las
consecuencias del "menú" mencionado. Maquinalmente
tomé un libro que allí había y me fuí con él. Una vez
en clase, y cuando el silencio se restableció, me puse
a leerlo. Era una traducción española de Los tres
mosqueteros, de Dumas. Decir la impresión causada
en mi espíritu por aquel mundo de aventuras, amores,
estocadas, amistades sagradas, brillo y juventud;
mundo desconocido para mí; decir la emoción palpitante
con que seguía al hidalgo gascón desde su llegada
a París hasta la noche sombría del juicio, el
odio al cardenal, mi júbilo por los fracasos de éste, mi
ilusión maravillosa, es hoy superior a mis fuerzas.
Toda esa noche, con un cabo de vela, encendido a
hurtadillas, me la pasé leyendo. Al día siguiente no fui
a los recreos, no salí de mi cuarto, y cuando al caer
la tarde concluí el libro sólo me alentaba la esperanza
de la continuación. Escribí a mi madre, vinieron los
Veinte años después, El vizconde de Bragelonne, que
me costó lágrimas a raudales, un Luis XIV y su siglo,
también de Dumas, crónica hecha sobre las memorias
del tiempo -cuyo único defecto era a mis ojos no ver
figurar en ella a D'Artagnan, principal personaje de
la época, en mi concepto - y multitud de novelas
españolas, cuidadosamente recortadas en folletines, unidos
por alfileres, y algunos de cuyos títulos me acuerdo
todavía, aunque después no los haya vuelto a ver.
El espía del Gran Mundo, novela francesa, en la cual
hay una especie de Calibán, pero bueno y fiel, que
chupa en una herida el veneno de una víbora; La gran
artista y la gran señora, que después he sabido fue por
un año la "coqueluche" de las damas de Buenos Aires.
La verdad de un epitafio, donde el héroe roba de
un sepulcro a su amada, aletargada como Julieta, y le
abre la mejilla de un feroz tajo para desfigurarla a
los ojos de sus enemigos; El Clavo, un individuo
a quien le perforan el cráneo, durante el sueño, con un
clavo invisible a la autopsia, pero que algunos años
después aparece gravemente incrustado en su calavera,
sobre la que un romántico medita en un cementerio,
como Hamlet con el cráneo del "poor Yorick"; los
Monjes de las Alpujarras y Men Rodrigo de Sanabria,
dos de los mejores, tal vez los únicos romances realmente
históricos de Fernandez y Gonzalez, con una
brutalidad de acción propia de la época; el Hijo del
Diablo, cuya primera parte me enloqueció,
haciéndome soñar un mes entero con mantos encarnados,
caballos galopando bajo la noche y el trueno, viejos
alquimistas calvos y aombríos, etc.; Dos cadáveres, un
salvaje romance de Soulié, que pasa en Inglaterra,
bajo el efímero protectorado de Ricardo Cromwell, y
cuyos dos personajes principales son los cuerpos de
Carlos I y de Oliverio Cromwell, con sus féretros
respectivos, sobre los que pasan cosas inauditas, etc., etc.
Uno de los recuerdos más vigorosos que he conservado
es la impresión causada por los Misterios del Castillo
de Udolfo, de Ana Radcliffe, que cayó en mis manos
en una detestable edición española, en tres tomos, con
x en vez de j, y j en vez de i. No pegué los ojos
en una semana, y era tal la sobreexcitación de mi
espíritu, que me figuraba que esos insomnios
mortificantes eran un castigo por el robo sacrílego
que había cometido, deslizándome al templo de San
Ignacio, durante un funeral por el alma de un ciudadano,
para mi desconocido, y metiéndome bajo el chaleco,
en varios trozos, la vela de cera clásica que debía
iluminar mis trasnochadas de lectura.
Por medio de canjes y "razzias" en mis salidas de los
domingos, más o menos autorizada por los parientes
que tenían bibliotecas, todo Dumas pasó, Fernández
y Gonzalez (! un saludo al Cocinero de su Majestad,
que cruza mi memoria!), Pérez Escrich, que había ya
ofendido el sentido común y el arte con unos veinte
tomos, y una infinidad de novelas que no recuerdo ya.
Un día supe que un compañero tenía La Hermosa Gabriela,
de Marquet. Me precipité a pedírsela, reclamando
derechos de reciprocidad; pero Juan Cruz Ocampo
se había anticipado y estaba a punto de conseguirla.
Confieso que mi primer movimiento fue
disputársela, aun en el terreno de los hechos; pero
después de la simple reflexión de que mis fuerzas
físicas, no igualando mi arrogancia, me habrían
hecho quedar sin el libro y con varias contusiones, acepté
el temperamento del sorteo, que como un anticipo
sobre mi suerte constante en el "alea" de la vida
favoreció a Ocampo. Durante una semana le espié, le
eceché sin reposo, y cuando le veía hablar, jugar o
comer, en vez de leer aprisa, me indignaba,
pareciéndome que aquel hombre no tenía la menor noción
del honor rudimental. A más, el cruel solía hablarme
de las hazañas de Pontis y me decia esta frase que
me estremecía de impaciencia: "!Chicot figura!"...
Las novelas, durante toda mi permanencia en el
Colegio, fueron mi salvación contra el fastidio, pero
al mismo tiempo me hicieron un flaco servicio como
estudiante. Todo libro que no fuera romance me era
insoportable y tenía que hacer doble esfuerzo para
fijar en él mi atención. A cuál de nosotros no ha
pasado algo análogo más tarde en el estudio de la
historia? Quién no recuerda la perseverancia
necesaria para leer un tratado cualquiera, después de
las páginas luminosas de Macaulay, Prescott o Motley?...
Capítulo IV
El Colegio, que más tarde había de ser uno de los
primeros establecimientos de América, era por
entonces un caos como organizacion interna. Cuando
me incrusté bien y vi claro, comprendí que tras las
sombras ostensibles de la vida claustral había "des
acommodements", no sólo con el cielo, sino con las
autoridades temporales de la tierra. Durante un año, y
siendo ya mocitos, nos hemos escapado casi todas las
noches para hacer una vida de vagabundos por la
ciudad, en los cafés, en aquellos puntos donde
Shakespeare pone la acción de su Pericles, y sobre
todo en los bailes de los suburbios, de los que algunos
condiscípulos, ignoro por arte de quién, tenían siempre
conocimiento
Toda la variedad infinita de los medios de escapatoria
podía reducirse a tres sistemas principales: la
portería, la despensa y el portón. La portería, que
da sobre el atrio de San Ignacio, requería, o elementos
de corrupción para el portero o vias de hecho
deplorables. La despensa y cocinas tenían una pequeña
puerta a la calle Moreno, que a veces quedaba abierta
hasta la tarde. El portón, una de esas portadas
deformes de la colonia, daba a la calle Bollvar, donde
hoy se encuentra la entrada principal del Colegio.
Las hojas, en vez de llegar hasta el suelo, terminaban
en unas puntas de hierro que dejaban un espacio
libre entre ellas y el pavimento. Por allí había que
pasar, pegado el cuerpo a la tierra, en mangas de
camisa, para no estropear el único jaquet de lujo y
sintiendo muchas veces que las fieles puntas
guardianas se insinuaban ligeramente en la espalda
como una protesta contra la evasión. A pesar de todas
sus dificultades, era el medio más generalmente elegido.
Pero aquí debo recordar una de esas curiosidades de
colegio, que todos mis compañeros de entonces deben
tener presente.
Se educaba allí desde tiempo inmemorial un tipo
acabado de bohemio, lleno de buenas condiciones de
corazón, haragán como una marmota, dormilón como
el símil, con una cabeza enorme, cubierta de una
melena confusa y tupida como la baja vegetación
tropical, reñido con los libros, que no abría jamás, y
respondiendo al nombre de "Galerón", sin duda por
las dimensiones colosales del sombrero que tenía la
función obligatoria y difícil de cubrir aquella cabeza
ciclópea. Más tarde le he encontrado varias veces en
el mundo ya en buena situación, ya bajo el peso de
serias desgracias; le he conservado siempre un cariño
inalterable. Le encontré en Arica, entre el ejército
bloqueado de Montero, como corresponsal de un
diario de Lima; estaba a bordo de la Union el día
sombrío de Angamos en que murió Grau. Luego volví
a verle en Lima. Piérola, cuya fortuna política había
seguido y que estaba entonces en el poder, le ofreció
empleos bastante lucratlvos; sólo quiso aceptar un
pequeño mando militar y un puesto en la vanguardia.
Esa conducta honrosa compensa muchas faltas. Había
hecho también la campaña. del Paraguay.
He hablado de Benito Neto. !Era un misterio profundo.
cómo Benito había conseguido, allá en época
remota, y sin duda a favor de algún sacudimiento,
de alguna convulsión caótica, nada menos que una
llave del portón de la calle Bolivar! Nadie sabía donde
la guardaba y todas las empresas organizadas para
robársela dieron siempre un fiasco completo. Benito
la cuidaba, la aceitaba con frecuencia y tenía un aparato
especial para extraer del caño todas las pelusas
y. migajas parásitas que iban allí a alojarse. Era para
él el caballo del árabe o del gaucho, el fusil del
cazador, la mandolina del provenzal errante, el
instrumento y el sustentáculo de su vida. Como con el
rastreador Calíbar todos los prisioneros que tentaban
evadirse, éramos forzoso contar con Benito cuando nos
animaban iguales designios.
Benito oía en silencio y luego preguntaba tranquilamente:
"Dónde vamos?". Porque él no prestaba la llave jamás,
no la alquilaba, no la vendía. El era siempre de la partida,
fuese cual fuese el objetivo. En vano se le observaba:
"Benito, !estamos los tres invitados a un baile! -Me
presentaran. -!Vamos a una comida a casa de Fulano!
-Comeré. -!Una tía mía está muy enfermaa! -La
velaré. -Tengo una cita y.. . -Ha de haber una chinita.
sirviente". A todo tenía respuesta, y le hemos visto
asistir gravemente con su eterno jaquet canela a
entierros de lejanos parientes de algún estudiante cuya
conducta no había merecido un permiso de salida y
que acudía al arte de Benito. Era el Lord Flamborough
de Sandeau, pegado al joven homeópata como la ostra
a la peña.
Capítulo V
A más de las escapadas nocturnas había las cenas
furtivas y algunas calaveradas soberbias de los
"grandes" que nos llenaban de admiración.
El doctor Aguero estaba ya muy viejo; bueno y
cariñoso, vivía en un optimismo singular respecto a los
estudiantes, ángeles calumniados siempre, según su
opinión.
Recuerdo un carnaval en que hicimos atrocidades
en el atrio; los chicos, con las manos llenas de carmín,
azul molido y harina, asaltábamos de improviso a los
paseantes, les llenábamos los ojos y el rostro con la
mezcla, y cuando aquellos hombres enfurecidos se nos
venían encima, nos poníamos a cubierto, por medio
de una ágil retirada, detrás del sólido baluarte de los
puños de Eyzaguirre, Pastor, Julio Landívar.
Dudgeon, el tranquilo Marcelo Paz, que sólo levantaba
el brazo cuando veía pegar a un débil, etc. El pugilato
comenzaba, guardándose estrictamente las reglas de
caballería; pero el asaltante, olvidado del noble ejercicio,
no llevaba la mejor parte. Uno de ellos, un
francés que tenía una peluquería frente al Colegio
y que nos profesaba suma antipatía por nuestro escaso
consumo de sus artículos, fue preparado por mí y
ribeteado por Eyzaguirre; justemente enfurecido, se
precipitó a llevar le queja al doctor Aguero. Un chico
le previno, y presentándose llorando ante el anciano
le dijo que aquel hombre le había pegado y que
Eyzaguirre le había defendido. Decir el furor del buen
Rector! Quería mandar preso al peluquero, que ante
aquella amenaza quedó estupefacto, pero la denuncia
surtió su efecto, porque, para que no nos pegaran más
(y lo decía sinceramente) nos hizo abandonar el atrio.
Capítulo VI
Había la vieja costumbre, desde que el doctor Aguero
se puso achacoso, de que un alumno le velara cada
noche. No se acostaba; sobre un inmenso sillón Voltaire
(!no sospechaba el anciano la denominación!)
dormitaba por momentos, bajo la fatiga. Teníamoa
que hacerle la lectura durante un par de horas para
que se adormeciera con la monotonía de la voz y tal
vez con fastidio del asunto. !Cuan presente tengo
aquel cuarto, débilmente iluminado por una lámpara
suavizada por una pantalla opaca, aquel silencio sólo
interrumpido por el canto del sereno y, al alba, por
el paso furtivo de algún fugitivo que volvía al redil.
Leíamos siempre la vida de un santo en un libro de
tapas verdes, en cuya página ciento uno había
eternamente un billete de veinte pesos moneda
corriente, que todos los estudiantes del Colegio
sabíamos haber sido colocado allí expresamente por
el buen Rector, que cada mañana se aseguraba
ingenuamente de su presencia en ls página indicada
y quedaba encantado de la moralidad de sus bijitos,
como nos llamaba.
Más de una noche me he recostado en el sofá al
alcance de su mano, donde me tendía vestido; me
daba una palmadita en la cabeza y me decía con voz
impregnada de cariño: "Duerme, niño, todavía no es
hora". La hora eran las cinco de la mañana, en que
pasábamos a una pieza contigua, hacíamos fuego en
un brasero, siempre con leña de pino, y le cebábamos
mate hasta las siete. Luego nos decia: "Ve a tal
armario, abre tal cajón y toma un plato que hay allí.
Es para ti". Era la recompensa, el premio de la
velada, y lo sabíamos de memoria: un damasco y una
galletita americana, que nos hacía comer pausada y
separadamente, el damasco el último.
Jamás se nos pasó por la mente la idea de proteatar
contra aquella servidumbre; tenía esa costumbre tal
carácter afectuoso, patriarcal, que la considerábamos
como un deber de hijos para con el padre viejo y
enfermo. Sólo uno que otro desaforado aprovechaba
el sueño del anciano, durante su velada de turno,
ya para escaparse, ya para darse una indigestión de
uvas, trepado eomo un mono en las ricas parras del
patio.
El doctor Agüero fue un Erro! A referência de hiperlink não é válida. alma buena,
pura y cariñosa; sobrevivió muy pocos meses a su
separación del Colegio, y hoy reposa en paz bajo las
bóvedas de la Catedral de Buenos Aires.
La Farolera
La Farolera
La Farolera tropezó
y en la calle se cayó
y al pasar por un cuartel
se enamoró de un coronel.
Alcen las banderas
para que pase la Farolera.
Ponga la escalera
y encienda el farol.
Después de encendido
se puso a contar
y todas las cuentas
salieron cabal.
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.
Ay, niña bendita,
me arrodillo en vos.
La Farolera tropezó
y en la calle se cayó
y al pasar por un cuartel
se enamoró de un coronel.
Alcen las banderas
para que pase la Farolera.
Ponga la escalera
y encienda el farol.
Después de encendido
se puso a contar
y todas las cuentas
salieron cabal.
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.
Ay, niña bendita,
me arrodillo en vos.
Juan el listo de los hermanos Grimm
Juan el listo
Los hermanos Grimm -
Pregunta la madre a Juan:
- ¿Adónde vas, Juan?
Responde Juan:
- A casa de Margarita.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una aguja. Juan dice:
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la aguja, la pone en un carro de heno y se vuelve a casa tras el carro.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Y qué te dio Margarita?
- Una aguja me dio.
- ¿Y dónde tienes la aguja, Juan?
- En el carro de heno la metí.
- Hiciste una tontería, Juan; debías clavártela en la manga.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan un cuchillo.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge el cuchillo, se lo clava en la manga y regresa a su casa.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Y qué te dio Margarita?
- Un cuchillo me dio.
- ¿Dónde tienes el cuchillo, Juan?
- Lo clavé en la manga.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste meterlo en el bolsillo.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una cabrita.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la cabrita, le ata las patas y se la mete en el bolsillo. Al llegar a casa, está ahogada.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Una cabra me dio.
- ¿Y dónde tienes la cabra, Juan?
- En el bolsillo la metí.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste atar la cabra de una cuerda.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita, regala a Juan un trozo de tocino.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge el tocino, lo ata de una cuerda y lo arrastra detrás de sí. Vienen los perros y se comen el tocino. Al llegar a casa tira aún de la cuerda, pero nada cuelga de ella.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Un trozo de tocino me dio,
- ¿Dónde tienes el tocino, Juan?
- Lo até de una cuerda, lo traje a rastras, los perros se lo comieron.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste llevar el tocino sobre la cabeza.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una ternera.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la ternera, se la pone sobre la cabeza, y el animal le pisotea y lastima la cara.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada, ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Una ternera me dio.
- ¿Dónde tienes la ternera, Juan?
- Sobre la cabeza la puse; me lastimó la cara.
- Hiciste una tontería, Juan. Debías traerla atada y ponerla en el pesebre.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer nada; tú me darás.
Margarita dice a Juan:
- Me voy contigo.
Juan coge a Margarita, la ata a una cuerda, la conduce hasta el pesebre y la amarra en él. Luego va a su madre.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada.
- ¿Qué te ha dado Margarita?
- Nada me dio; se vino conmigo.
- ¿Y dónde has dejado a Margarita?
- La he llevado atada de una cuerda; la amarré al pesebre y le eché hierba
- Hiciste una tontería, Juan; debías ponerle ojos tiernos.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
Juan va al establo, saca los ojos a todas las terneras y ovejas y los pone en la cara de Margarita. Margarita se enfada, se suelta y escapa, y Juan se queda sin novia.
FIN
Los hermanos Grimm -
Pregunta la madre a Juan:
- ¿Adónde vas, Juan?
Responde Juan:
- A casa de Margarita.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una aguja. Juan dice:
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la aguja, la pone en un carro de heno y se vuelve a casa tras el carro.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Y qué te dio Margarita?
- Una aguja me dio.
- ¿Y dónde tienes la aguja, Juan?
- En el carro de heno la metí.
- Hiciste una tontería, Juan; debías clavártela en la manga.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan un cuchillo.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge el cuchillo, se lo clava en la manga y regresa a su casa.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Y qué te dio Margarita?
- Un cuchillo me dio.
- ¿Dónde tienes el cuchillo, Juan?
- Lo clavé en la manga.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste meterlo en el bolsillo.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una cabrita.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la cabrita, le ata las patas y se la mete en el bolsillo. Al llegar a casa, está ahogada.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Una cabra me dio.
- ¿Y dónde tienes la cabra, Juan?
- En el bolsillo la metí.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste atar la cabra de una cuerda.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita, regala a Juan un trozo de tocino.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge el tocino, lo ata de una cuerda y lo arrastra detrás de sí. Vienen los perros y se comen el tocino. Al llegar a casa tira aún de la cuerda, pero nada cuelga de ella.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada; ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Un trozo de tocino me dio,
- ¿Dónde tienes el tocino, Juan?
- Lo até de una cuerda, lo traje a rastras, los perros se lo comieron.
- Hiciste una tontería, Juan. Debiste llevar el tocino sobre la cabeza.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer, nada; tú me darás.
Margarita regala a Juan una ternera.
- Adiós, Margarita.
- Adiós, Juan.
Juan coge la ternera, se la pone sobre la cabeza, y el animal le pisotea y lastima la cara.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada, ella me dio.
- ¿Qué te dio Margarita?
- Una ternera me dio.
- ¿Dónde tienes la ternera, Juan?
- Sobre la cabeza la puse; me lastimó la cara.
- Hiciste una tontería, Juan. Debías traerla atada y ponerla en el pesebre.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
- ¿Adónde vas, Juan?
- A casa de Margarita, madre.
- Que te vaya bien, Juan.
- Bien me irá. Adiós, madre.
- Adiós, Juan.
Juan llega a casa de Margarita.
- Buenos días, Margarita.
- Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?
- Traer nada; tú me darás.
Margarita dice a Juan:
- Me voy contigo.
Juan coge a Margarita, la ata a una cuerda, la conduce hasta el pesebre y la amarra en él. Luego va a su madre.
- Buenas noches, madre.
- Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?
- Con Margarita estuve.
- ¿Qué le llevaste?
- Llevar, nada.
- ¿Qué te ha dado Margarita?
- Nada me dio; se vino conmigo.
- ¿Y dónde has dejado a Margarita?
- La he llevado atada de una cuerda; la amarré al pesebre y le eché hierba
- Hiciste una tontería, Juan; debías ponerle ojos tiernos.
- No importa, madre; otra vez lo haré mejor.
Juan va al establo, saca los ojos a todas las terneras y ovejas y los pone en la cara de Margarita. Margarita se enfada, se suelta y escapa, y Juan se queda sin novia.
FIN
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